Las secuelas de Penny Nacional en La Piedad Live Music

La suerte es un espejo en el que nos miramos a diario. Eran las 5:45 p. m. cuando me subí a otro taxi de aplicación ˂˂era el tercero de ese día˃˃ “Buenas tardes, caballero; ¿Desea que le apague a la música?” Algo contrariado porque llevaba puesto mis audífonos, le puse pausa a “More mess on my thing” de la banda alemana The Poets of Rhythm. Se escuchaba un diminuto murmullo, le solicité subirle, era “Perfecta” del dúo musical argentino Miranda; creo que las premoniciones musicales son una lotería previa para mis visitas a algún recital o concierto en Ciudad de México. Iríamos cantando juntos, el chofer y yo, por las calles de La Col. Roma Norte, sacudiéndonos el tedio de la vida, despeinándonos a solicitud de la libertad.

Llegué por ella, por Penny Pacheco; una mujer alta, delgada, afiladora de sonrisas; la que trata a la existencia como una carambola cuando estás dormido. “Vámonos” -dijo- Vestida absolutamente de negro; llevaba puestos unos zapatos de charol que le reflejaban las lunas que lleva como ojos.

El tráfico en esta ciudad es un cristal para vernos en la ausencia; unos gritan, unos besan, comen, trabajan es sus modernas computadoras; otros duermen, luchan. Unos más se inspiran para escribir a cuentagotas. Decidimos bajarnos a metros de nuestro venue, La Piedad Live Music. Aparecerían de pronto los otros dos integrantes de este tridente, Uriel Herrera y Hugo “Ochocuatronueve” Chávez.

¡Llegó el momento, llegó el lenguaje de la música! Como destino de magia, con sus facultades de ilusión, y con la memoria de magos, ¡La triada fue esotérica! Levantaron de las sillas, de los cómodos sillones, del fracaso laboral; levantaron al público para bailar a ritmo funky y electrónica ˂˂y demás influencias˃˃. Cada tema era una exaltada manifestación para olvidarnos del todo y de la nada. La fanaticada brincaba, coreaba, abofeteaba el viento con los brazos. Gritaban, aullaban; desvestían para ser ellos en la noche ˂˂cuando Dios se ha ido a dormir˃˃.

El tiempo ambiguo, relativo, ingenuo, en forma de azar, hizo, en apariencia, que Penny Nacional se acortara por el temperamento de la adrenalina. El momento había acabado, el setlist también. Pero el alma seguía la instrucción de bailar hasta que el embrujo negro pasara.

Acabado el evento, coincidimos los asistentes que necesitamos esta música para resbalarnos a la felicidad mental. La calle nos esperaría otra vez, también el automóvil inquieto, los pantanos urbanos, la extraviada gloria, las boreales palabras; y un nuevo destino mexicano.

Me subí a otro taxi de aplicación, puse los audífonos y busqué “Perfecta” ˂˂El presagio se cumplió˃˃.

¿A cuántos grados estás tú?

 

¡Sin freno ni licencia!

Israel Gayosso

Ciudad de México, 2023.

Fotografías Arturo Santos

Sobre el autor /

Escritor y columnista mexicano

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