Andrés Calamaro: la furia de “El Salmón” en Puebla, México
He viajado, para este narrativo encuentro, 1,575 km desde la frontera norte de México hasta el sur del país; avión, camión, taxis, y una fe que no rompía, se congregaba a besos con el sorbo a mi mate amargo. Fui acariciando las piernas de la carretera durante el tránsito alargado mientras leía el libro Paracaídas & Vueltas -diarios íntimos- autoría del propio capo argentino, “será el destino inconstante del gaucho errante” (Calamaro, 2015), ¿acaso es un verso premonitorio y compatible con la libertad para recital porteño? -así lo soñaremos disfrazados de silencios-.
Instalado ya en el hotel poblano y, a minutos del Auditorio del Complejo Cultural Universitario, me senté en el jardín de la pensión para repasar los momentos de desvanecimientos metafóricos, es decir, recordaba la propaganda de metáforas al escucharlo desde Los Abuelos de la Nada, Los Rodríguez, y por ende como solista; descubriendo así el watt que se oculta en el tímpano del alma, y subrayando las plazas de los pueblos mexicanos que fueron testigos cuando escuchaba ya enganchado algún tema de Andrés.
La cartografía, la revelación, el arte, el equilibrio emotivo, y la faena musical están trazados en la coordenada del previo concierto. Seguramente “El Salmón” iría directo y endosado al acantilado, con la sangre abrazada en flamas, con el paracaídas cerrado, e inmolándose en el ruedo escénico de la existencia. ˂˂ ¿Hará él un proclamado homenaje “suicida” a la filosofía del pez salmón? ˃˃ lo veremos.
¿Qué esperas de Andrés Calamaro?
-“Yo espero su energía, su pasión, su actitud; me encanta como piensa.”
-“Espero mucho, espero que sea como los que he asistido.”
¿Y del recital?
-“Espero ver un concierto bastante increíble, ya que es nuestro artista favorito de toda Argentina.”
-“Espero que sea muy bueno, ya he ido a algunos.”
Fueron preguntas que realicé al azar a dos de la hinchada que estaba frenética e histérica en la cordillera del recinto.
¡Hambriento hombre personalista! Derramando el sudor animal que lucha por su vida. ¡Matar o morir! ¡Batir, domar o perder! Andrés Calamaro lo hace, embiste al monstruo que coreaba sus canciones hasta ensordecer el cielo.
Extravié el orden del setlist por rechazar toda lógica, todo orden; perdí mi vocación como cronista y narrador musical por ganar una intacta noche osada de toreo eufónica, ¡sonidos magnéticos conciliadores del tiempo!
Andrés, seguramente te volverán a ver los sentidos de diablo, el habitante de algún mapa en el mundo, las ciudades que abandonan su cuerpo para transmutarse como errabundo. Me voy de aquí desgajado, también seguiré mi camino trashumante por esta república de estrellas; afilando mi espíritu, y abandonado de mi extraído corazón.
Andrés Calamaro: la furia de “El Salmón” en Puebla, México.
¿A cuántos grados estás tú?
¡Sin freno ni licencia!
México, octubre 2023.
Fotografías Verónica Domínguez