The Flaming Lips: Yoshimi, 20 años combatiendo a los robots rosas

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The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots, álbum completo (20th Anniversary Deluxe Edition).

Oh, to fight is to defend

A 20 años de distancia, este álbum de los Flaming Lips, Yoshimi Battles the Pink Robots, sus crescendos, atmósfesas y beats, aún tienen enseñanzas para nosotros. Hace poco un crítico de la ciencia ficción y buen amigo mencionó que “Serie b”, mi cuento de bajo presupuesto por excelencia, era un buen ejemplo de las características del tipo de películas que alude el título (las B-movies) pero que, por lo mismo sentía que “perdió el impacto para ser una genial historia de ciencia ficción que se pudiera tomar en serio a sí misma”.

Me quedé pensando durante un tiempo qué responder y al final elegí no hacerlo. Unos días después vino el vigésimo aniversario de Yoshimi Battles the Pink Robots y me puse a escuchar el álbum. Al llegar a la cuarta pista, “Yoshimi Battles the Pink Robots Pt. 2”, una pieza instrumental inundada por los gritos de Yoshimi P-We, tuve un insight. La respuesta a mi amigo era clara: tomarse en serio a sí mismo habría anulado al texto. Lo hubiera convertido en algo pomposo y no en un tributo al cine malo y las historias improbables.

Yoshimi Battles the Pink Robots es una pieza musical inspirada por la ciencia ficción que va más allá de sus referentes. No necesita tomarse a sí misma en serio para ser seria. Y yo, obviamente, como alumno melómano siempre tomo nota de las enseñanzas de los discos que me apasionan.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

Yoshimi Battles the Pink Robots, portada y contraportada.

I don’t know how a man decides what’s right for his own life

The Flaming Lips vienen del punk. De sobra son conocidas las leyendas que dieron origen a la banda, como que sus primeros instrumentos pudieron ser robados. También es bien conocida la anécdota del nombre The Flaming Lips: Wayne y su hermano Mark estaban drogados en el asiento trasero de un auto y recordaron la leyenda urbana de un compañero de clase que contrajo herpes después de un cunnilingus de una chica con herpes labial.

Tras la salida de Mark Coyne de la banda, Wayne se volvió vocalista. En 1989 se unió también el guitarrista Jonathan Donahue en 1989 (quien algunos años después fundaría a otra banda mítica: Mercury Rev). Tras esos años de música punk independiente con letras llenas de alusiones al sexo, las drogas y la violencia, vino un primer disco serio, In A Priest Driven Ambulance, y un primer contrato con Warner.

En 1992 lanzaron Hit to Death in The Future Head y, en 1993, Transmissions From the Satellite Heart, cuya canción “She Don’t Use Jelly” los lanzó al mainstream. En 1995, lanzaron Clouds Taste Metallic, pero no sería sino hasta el disco Zaireeka, de 1997, cuando la música del grupo verdaderamente empezó a madurar, “gracias a la inclusión de temas más serios y empáticos en sus composiciones, a la experimentación musical y, sobre todo, a la ambición”, menciona Fernando Bastarrachea en Indie Rocks.

Desde entonces se han convertido en una de las bandas más originales y arriesgadas de las últimas tres décadas. Maestros de sonidos que van del punk a la psicodelia, pasando por el dream-pop, el progresivo y el noise-art rock, sus producciones han fluido por diversos estilos musicales sin permanecer demasiado en ninguno, una banda cuyo impulso vital y creativo les ha permitido reinventarse y explorar nuevos sonidos sin estancarse en el proceso.

Sin embargo, algo de aquel espíritu punk ha permanecido siempre con ellos y era justo la mentalidad Do it yourself la que los llevó a hacer un montón de propuestas extrañas que desembocarían en sus álbumes más aclamados: el barroco y popero The Soft Bulletin, de 1999, que supuso un cambio de estilo, a pesar de que sus fans de antaño declararon que se habían vuelto “maricas” tras afinar sus guitarras; ya saben: eran los años noventa.

The Flaming Lips en concierto.

Wayne Coyne hace crowdsurfing. Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

You and me were never meant to be part of the future

Posteriormente vinieron discos como At War with the Mystics, que recuperaba el espíritu de Soft Bulletin y Yoshimi. En 2009 lanzaron su disco doble Embryonic, en el que vendría un cambio de estilo, un sonido más grave, o, para ser precisos, más grueso, denso y atmosférico alejado de la propuesta electropop que caracterizó a sus producciones anteriores, cuyo sonido ya anticipaban en sus EPs y b-sides, de la década 2000, en el que combinaban la instrumentación dura con algunos de los rasgos característicos que los habían acompañado desde los noventa: la teatralidad y la grandilocuencia, como de space opera, en la estructura de sus discos.

2011 fue un año prolífico en el que estrenaron algunos de sus experimentos más memorables. Su obsesión por las posibilidades sonoras los llevó a estrenar un proyecto cada mes.

Los resultados fueron interesantes: desde un EP con Neon Indian hasta cosas tan extrañas como: “Two Blobs Fucking”, una canción repartida en 12 videos de YouTube que debe ser reproducida en doce móviles simultáneamente; los EPs Gummy Song Skull y Gummy Song Fetus, memorias USB dentro de un cráneo de gomita sabor mota y un feto de gomita de fresa, respectivamente; Strobo Trip, otro EP en una memoria USB que incluía un disco giratorio de imágenes psicodélicas y una canción “I Found a Star on the Ground” que dura seis horas y fue grabada durante tres semanas.

Durante Halloween publicaron “7 Skies H3”, una canción de 24 horas de duración de la que se lanzó una edición limitadísima y exclusiva de 13 copias, también en memorias USB, dentro de cráneos humanos reales, que se vendieron por 5,000 dólares cada uno.

En 2012 rompieron el Record Guiness de la mayor cantidad de conciertos en 24 horas. Para 2013 siguieron la misma línea de Embyonic con el álbum The Terror. En 2017 vino Oczy Mlody, más atmosférico, y finalmente en 2020 American Head, en el que vuelven a sus raíces melódicas, pero con todo lo experimentado durante la década de 2010.

Simultáneamente, colaboraron con diversos músicos y agrupaciones, realizaron álbumes tributo a Pink, Floyd, Beatles o Nick Cave, grabaron temas para películas como Bob Esponja o El Hombre Araña 3 y estrenaron películas como Christmas on Mars.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots 5.1 (DVD). Animaciones de frecuencia de onda.

Are you some kind of hypnotist?

De vuelta a Yoshimi Battles the Pink Robots, en el año 2000 empezaron las grabaciones del que sería su siguiente álbum. Tardarían dos años en afinarlo, pero contaban con todo el bagaje de los dos discos anteriores: por un lado el perfeccionismo armónico y la producción impecable de The Soft Bulletin (que en su momento fue comparado con Pet Sounds, de Beach Boys, o Deserter’s Songs de Mercury Rev) y el impulso experimental de Zaireeka, álbumes hermanados por un perfeccionismo en el estudio de grabación y a cuyos elementos añadieron su propia visión (infantil, lúdica y desparpajada) de la música electrónica y en la que también sustituyeron la batería saturada de Steve Drozd por beats y cajas de ritmos de la época, típicamente noventero.

Coyne habló sobre inspirarse en el pop, el rap y el r&b convencionales del momento, algo muy común ahora, pero radical para la época, siendo considerados una especie de reverso relajado de Radiohead.

Las canciones del álbum fueron grabadas en Tarbox Road Studios, Cassadaga, New York, de junio de 2000 a abril de 2002, y el disco fue lanzado el 16 de julio del mismo año, producido por los propios músicos de la banda y sus productores de cabecera: Dave Fridmann y Scott Booker para Warner Records.

Tras las sesiones de grabación, Wayne Coyne a menudo manipulaba los sonidos, los ritmos, los efectos, a la manera de The Beatles, al grado de que, cuando le preguntaban a Coyne qué instrumento tocaba, solía responder: “el estudio de grabación”.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots. Booklet edición especial.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots. Booklet, producción y extras del DVD.

The universe will have its way too powerful to master

Yoshimi en sí fue un álbum de mucha experimentación creativa pero poca experimentación técnica. Para este momento, la banda ya había explorado bastante en sus búsquedas sonoras del momento. El disco cuádruple Zaireeka representó la primera preocupación seria de la banda por expandir sus conceptos musicales de una simple escucha hasta una auténtica experiencia atmosférica. El experimento requería que los cuatro discos compactos se reprodujeran simultáneamente en cuatro reproductores para escuchar el sonido proveniente de ocho bocinas. La música incorporó tanto elementos musicales tradicionales como sonidos “encontrados” y música concreta.

Para The Soft Bulletin, la banda experimentó la limitación de llevar el sonido logrado en el estudio a los conciertos. Para mejorar la experiencia de los asistentes y reproducir con precisión el sonido del álbum, idearon el concepto de “concierto con audífonos”, instalando un transmisor FM de baja potencia.

También habían realizado ya “experimentos en estacionamientos” en el que reprodujeron cassettes desde cuarenta autoestéreos de automóviles. Las primeras veces que llevaron The Soft Bulletin a conciertos, utilizaron música pregrabada para completar las partes orquestales. Fue hasta 2019 que pudieron presentar el álbum en vivo con la Orquesta de Colorado. Todas esas experiencias ya habían sido interiorizadas al momento de iniciar las grabaciones de Yoshimi Battles the Pink Robots y serían desplegadas nuevamente en este álbum.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

Yoshimi Battles the Pink Robots. Arte del álbum pintado por Wayne Coyne.

I thought I recognized your face amongst all of those strangers

Para el arte conceptual inventaron una estética única e infantil de pinturas al óleo llenas de color, como ya habían hecho para sus dos álbumes anteriores. Esta estética y conceptualización visual particular, distintiva para cada álbum, se volvió también una especie de sello para siguientes discos. En el caso de Yoshimi, una paleta de colores rojos naranjas y blancos sobre pinturas coloridas de trazo grueso y pinceladas pequeñas, repetitivas y llenas de textura.

Por acá Wayne Coyne explica el arte de la portada:

En la portada del álbum, diseñada a partir de una serie de pinturas realizadas por el propio Wayne Coyne, el amarillo del vestido de Yoshimi contrasta con su sombra, convirtiéndola en el punto focal. Esta sombra conduce al robot rosa, que domina la mayor parte del espacio. Y en dos de las esquinas de la imagen, dos sombras triangulares crean una sensación de movimiento y tensión.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

Yoshimi Battles the Pink Robots. Ilustración de portada pintada por Wayne Coyne.

And there are things you can’t avoid. You have to face them when you’re not prepared to face them

En varias ocasiones Wayne Coyne ha declarado que, contrario a lo que muchos piensan, “no era de ninguna manera un disco conceptual cuando lo hicimos”, tal como dijo en una entrevista que le hicieron para el San Diego Union Tribune en 2007, a propósito del inminente lanzamiento del musical de Yoshimi en Broadway. Para esta puesta en escena, que por cierto es considerada un fracaso, Coyne mencionó que la primera canción que escribieron se basó en la muerte de una amiga japonesa de la banda que murió de cáncer. Esto llevó a que las decisiones creativas de los encargados del musical convirtieran a los robots rosados en alegorías de la lucha contra el cáncer.

La otra parte del concepto vino de las grabaciones que Yoshimi P-We, baterista del grupo japonés Boredoms, hizo para la pieza instrumental posteriormente titulada “Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 2”, en la que la multiinstrumentista grita y maúlla como si luchara y se desgarrara de dolor. Los gritos les hicieron imaginar una lucha contra robots. Esto terminó dando el concepto de un par de canciones que, finalmente terminó influyendo al conjunto: “De inmediato, pensé, maldita sea, realmente me gusta eso, es un título genial. Porque implica toda una historia”, declaró Coyne.

The Flaming Lips en concierto.

The Flaming Lips en concierto. Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

Do you realize that happiness makes you cry?

Pero no era este concepto infantil el que articulaba las canciones y el tema de la producción. Junto a esos personajes coloridos y jubilosos subyacía una carga melancólica en las letras. Chris Devile de Stereogum lo disecciona a detalle, aunque quizá con demasiada seriedad:

“Parecían caricaturas vivientes, y más al cantar lo que podría ser la trama de un anime. Sin embargo, la mayoría de las veces, el circo psicodélico de los Lips era una forma en que Coyne se enfrentaba a experiencias de la vida real intensamente pesadas… Si sus canciones se unieron en torno a un conflicto central, fue la lucha por la esperanza frente a la desesperación”.

Desde nuestra perspectiva como oyentes, toda esa combinación es un buen recordatorio para no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos. Salvo la alegre “Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 1”, las canciones aúllan “sobre el dolor de la angustia, el costo del perdón, la búsqueda de significado y la amenaza de que la vida nos pase de largo. La misma voz de Coyne suena cansada y deprimida. Incluso cuando toma un giro inspirador, hay un destello de tristeza en su voz”, remata Devile.

Esta especie de reflexión existencial electro-orgánica comprende la mayor parte del álbum. Y éste, a su vez se divide claramente en dos secciones: las primeras cinco canciones grabadas intencionalmente sin cortes entre ellas, como si contaran la historia de Yoshimi. La segunda parte, en cambio, son canciones sueltas que abordan el resto los temas cada una por su cuenta, como una colección. Me permitiré diseccionarlas en desorden.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

Yoshimi Battles the Pink Robots. Arte del álbum pintado por Wayne Coyne.

All the billion other moments were just slipping all away

“One More Robot/Sympathy 3000-21” cuenta una historia sencilla de un robot que empieza sentir amor y a preguntarse si eso lo hace humano. “Ego Tripping at the Gates of Hell” va sobre lo que se pierde en el camino:

“I was waiting on the moment / but the moment never came / All the billion other moments / were just slipping all away”.

(Estaba esperando el momento, pero el momento nunca llegó. Todos los millones de otros momentos simplemente se estaban escapando).

Mientras, “It’s Summertime» trata sobre aprender a ver lo bueno en el mundo:

“Look outside / I know that you’ll recognize it’s summertime”.

(Mira afuera, sé que reconocerás que es verano).

Y mientras la canción avanza, los efectos electrónicos imitan el canto de los pájaros. La producción en esta canción es absolutamente beatlesca y recuerda irremediablemente a “Tomorrow Never Knows” del Revolver. En estas tres melodías las líneas de bajo melódicas de Michael Ivins se mantienen siempre en primer plano, como un sello más del sonido del álbum.

The Flaming Lips en concierto.

The Flaming Lips en concierto. Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

I had forgiven you for tricking me again

“Are You a Hypnotist??” es una canción que lamenta la pérdida de la intimidad entre dos amantes:

“I thought I recognized your face / amongst all of those strangers, / but I am the stranger now / amongst all of the recognized. / What is this? / Are you some kind of hypnotist / waving your powers around? / The sun eclipse behind the cloud”.

(Creí reconocer tu rostro entre los extraños, pero soy yo el extraño entre los que se reconocen. ¿Qué es esto? ¿Eres una especie de hipnotista lanzando sus poderes? Eclipse solar detrás de la nube).

Ésta junto con “All We Have Is Now” es una de las letras más duras del álbum:

“You and me were never meant to be / part of the future. / All we have is now”.

(Tú y yo nunca estuvimos destinados a ser parte del futuro. Todo lo que tenemos es ahora).

“Yoshimi Battles the Pink Robots Pt. 2”

 

But you won’t let those robots eat me

El núcleo narrativo del disco (más no el temático) se halla en la célebre “Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 1”. Su tono alegre, simplón y festivo, su guitarra acústica y sus sonidos computarizados parecen ponernos frente a la trama de un anime. Sin embargo, la seductora idea de conectar temáticamente todas las canciones con esta historia rápidamente se desmorona al escuchar todo el disco.

Si bien esta canción sintetiza el tono que musicalmente buscaban. El balance entre letras como ésta:

“Oh, Yoshimi, they don’t believe me / but you won’t let those robots eat me”.

(Oh, Yoshimi, no me creen. Pero no dejarás que esos robots me coman)

Y las letras más maduras y depresivas de las otras canciones es lo que aporta su tensión a la obra completa.

A continuación, la pieza instrumental “Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 2” ejecuta en tres minutos el resto de la diégesis de la historia. Y lo hace apenas con los gritos de Yoshimi P-We y una estructura veloz y circense en la que destacan la batería de Drozd imitando disparos, las líneas de bajo a tope, los gritos y los efectos computarizados. La repetición simétrica de los diez motiffs y dos puentes establecen el viaje. La  heroína recibe el llamado, enfrenta los obstáculos y finalmente surge victoriosa. Pero con una pérdida interior a cuestas y todo sin que medien más que unas cuantas palabras sueltas.

“In the Morning of the Magicians” es una muestra de esta tensión entre madurez y ligereza. Una pieza de seis minutos con arreglos orquestales emotivos y el clímax sonoro intenso. Esta canción sirve como una especie de epílogo a la historia de robots y al lado A y da paso a las canciones sueltas. También es el tránsito entre la historia concretas y las introspectivas. Como en su momento hizo Neon Genesis Evangelion, la acción y la historia coherente dan paso a una serie de reflexiones sobre aceptar el destino y es en ellas donde el mensaje brilla:

“As the dawn began to break / I had to surrender / The universe will have its way / too powerful to master / Oh…”.

(A medida que el amanecer llegó tuve que rendirme. El universo se saldrá con la suya, demasiado poderoso para dominarlo. Vaya…)

“Fight Test”.

So it came time to fight

“Fight Test”, track inicial en cuyos créditos se consigna no sólo a The Flaming Lips y a Dave Fridmann, sino a Cat Stevens (por el parecido de la melodía con la canción “Father an Son”), es la canción más poderosa del álbum, una antítesis entre una pieza musical esperanzadora y una letra dolorosa.

Respecto a la polémica por plagio de Cat Stevens, Coyne se disculpó en 2003, pero señaló también que existía una línea fina entre la inspiración y el robo. Finalmente “Fight Test” desarrolla sobre una línea melódica similar a la de “Father and Son” todo un despliegue de recursos técnicos y creativos que premonizan el resto del álbum: una serie de percursiones saturadas (sello distintivo de Steve Drozd), beats de rap, efectos de estudio, sonidos electrónicos y de ciencia ficción, cajas de ritmo y coros angelicales.

Y a la teatralidad de la música se suma la letra, que eleva exponencialmente la perfección de la pieza:

“Oh, to fight is to defend / If it’s not now then tell me when would be the time / that you would stand up and be a man”.

(Luchar es defender. Si no es ahora, dime cuándo sería el momento en que te levantarías y serías un hombre).

Ésta otra donde menciona:

“And I don’t know how a man decides / what’s right for his own life / It’s all a mystery”.

(Y no sé cómo decide un hombre lo que es correcto para su propia vida. Es un misterio).

O ésta:

«And there are things you can’t avoid / You have to face them / when you’re not prepared to face them. / If I could, I would / But you’re with him, I’d do no good / I should have fought him / But instead I let him… / I let him take you».

(Y hay cosas que no puedes evitar. Tienes que enfrentarlos cuando no estás preparado para hacerlo. Si pudiera lo haría, pero estás con él, no haría ningún bien. Debería haber peleado, pero en lugar de eso lo dejo, dejo que te lleve).

Al final, en el último coro, todos estos versos cantados por Coyne en las estrofas anteriores se enciman y superponen elaborando un contracanto sintético que se vuelve sintomático del tema de la canción y refuerza la desesperación y las contradicciones entre lo que piensa, siente y hace. Es toda una declaración de principios cuyo mensaje impregna aún más al resto del disco. Y es sólo la primera de once canciones que mantendrán casi el mismo nivel y se antojan casi perfectas.

“Do You Realize??”

Do you realize that everyone you know someday will die?

Por su parte “Do You Realize??”, de coautoría con Fridmann, aterriza el mensaje final del álbum: la aceptación como única solución ante todo. La canción va sobre darnos cuenta de que solo estamos en el mundo por un instante, que la belleza debe aprovecharse, que no podremos llevarnos ni los sentimientos ni a las personas que nos han acompañado y que la vida se extingue. “Do You Realize??” es un himno secular, un grito de esperanza en forma de balada que invita a disfrutar el presente frente al drama del paso del tiempo.

Coyne logra el equilibrio perfecto al enunciar la verdad dolorosa de forma tierna y lo profundo de forma sencilla en una serie de preguntas ingenuas, infantiles y cargadas de emoción:

“Do you realize / we’re floating in space? / Do you realize / that happiness makes you cry? / Do you realize / that everyone you know someday will die? / And instead of saying all of your goodbyes / let them know you realize that life goes fast”.

(¿Te das cuenta de que flotamos en el espacio? ¿Te das cuenta de que la felicidad te hace llorar? ¿Te das cuenta de que todos los que conoces algún día morirán? Y en vez de decirles todas tus despedidas, déjalos saber que te das cuenta de que la vida pasa rápido).

No es casualidad que, en la actualidad sea la canción más escuchada en Spotify.

El disco cierra magistralmente con otra pieza instrumental, “Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia)”, que, como si fueran los créditos finales de una película, condensa las emociones previamente vividas y escuchadas en la brillante pieza instrumental que te envuelve como si el sonido y los beats giraran a tu alrededor. Esto es más evidente al escuchar la canción con audífonos. Esta melodía les valió el grammy a mejor composición instrumental en 2003.

“Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia)”.

As the dawn began to break, I had to surrender

Conceptual o no, la conclusión luego de atravesar el disco es que nos hallamos ante una obra perfecta, hermosa, capaz de hacernos hurgar en nuestros propios miedos y emociones.

Cabe mencionar que el álbum estuvo acompañado de algunos EPs adicionales que expandieron el universo sonoro de las melodías, del mundo de Yoshimi, de los propios Flaming Lips, e incluso se dieron el lujo de hacer algunos covers de Beck, Radiohead y Kylie Minogue.

Actualmente, la banda ya prepara una edición conmemorativa del vigésimo aniversario en un boxset de lujo de seis discos que incluirá el disco original, los b-sides y EPs, conciertos, demos y sesiones de radio, aunque no la versión 5.1 de la edición especial de 2005, cuyas imágenes he compartido a lo largo de este texto.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots 5.1, portada de la edición especial con DVD, 2005.

 

Pueden escuchar mucho de este material complementario en los siguientes links:

Fight Test EP

Ego Tripping at the Gates of Hell EP

Yoshimi Wins: Live Radio Sessions

Y por acá, Wayne platica un poco del arte de este relanzamiento.

Do you realize we’re floating in space?

No obstante ser una de mis bandas favoritas, mi encuentro con The Flaming Lips ha sido esquivo y accidentado. Han venido a México unas nueve veces, entre 2005 y 2019, no sólo a la Ciudad de México, donde se presentaron en el Foro Sol (2008) y el Auditorio Nacional (2015), sino también a festivales como el Culture Beat (Ensenada, 2005), el Motorokr (Guadalajara, 2008), One Big Holiday (Playa del Carmen, 2014), la Cumbre Tajín (Papantla, 2015) Hellow Fest (Monterrey, 2016) y el Catrina (Puebla, 2019).

Sin embargo, a diferencia de Sigur Rós, pude verlos en 2010 en el Palacio de los Deportes, durante el Rockampeonato, un minifestival/torneo de bandas en el que estuvieron Los Odio (los odio), las diez bandas finalistas, algunas de ellas muy buenas, como Lampard, Rockafeller, Lissa, qer_, Volagio y Buena Vibra Social Club, y por supuesto The Flaming Lips con un set de 13 canciones.

The Flaming Lips en concierto.

The Flaming Lips en concierto. Performance «Laser Hands». Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

 

Experimentar a la banda en directo es una de las mejores experiencias que cualquiera puede presenciar. The Flaming Lips se caracterizan por sus puestas en escena psicodélicas y barrocas. En aquella ocasión promocionaban Embryonic y los elementos incluían sus tradicionales confetis y globos gigantes, así como la ya emblemática burbuja traslúcida en la que Wayne Coyne suele hacer crowdsurfing. Pero la puesta en escena incluía botargas, piñatas, unas manos laser (para el performance “Laser Hands”, dos manos gigantes que lanzaban rayos láser verdes al escenario, piezas de utilería que, por desgracia, les robaron poco después en alguna otra gira) y una enorme pantalla de leds en forma de ojo gigante.

La presentación fue épica, aún a distancia. La pantalla-ojo proyectaba la animación de una mujer desnuda que se sentaba y abría las piernas. Del centro de la pantalla salía una resbaladilla y a través de ella “nacían” Wayne Coyne, Steve Drozd, Kliph Scurlock y Derek Brown.

The Flaming Lips en concierto.

The Flaming Lips en concierto. Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

But you won’t let those robots defeat me

Más que un concierto, los Flaming Lips ofrecen una experiencia sensorial absoluta, una puesta en escena que, además de una escenografía y utilería de ensueño, incluía un séquito de los propios espectadores vestidos de naranja y bailando a los costados, en medio de una interacción con el público que incluía confeti y globos, pero también explosiones, luces estroboscópicas y un gong.

Sin embargo, la experiencia siempre va de la mano con el propio concepto que enarbolan con su música, por lo cual permanece en constante innovación. Desde la gira de The Soft Bulletin propusieron los conciertos con audífonos, mientras que en las giras de promoción del álbum The Terror recurrieron a otra elaborada puesta en escena que incluía una enorme manta plateada que cubría al público y series de luces en tubos de plástico sostenidos por los asistentes y conectados a un sintetizador con forma de bebé al que Wayne “arrullaba” para producir los sonidos computarizados y encender los focos, como una pesadilla posthumanista. Finalmente, el año pasado realizaron un concierto en el que los espectadores permanecían dentro de burbujas, como Wayne, para mantener la sana distancia, consignado en un documental que preparan para este año.

The Flaming Lips en concierto.

Wayne Coyne hace crowdsurfing en el público. Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

 

La experiencia que la banda despliega en vivo podría calificarse como iniciática. Los diversos elementos que aparecen en sus excéntricos shows son, ante todo, una incursión violenta a los estados primigenios. La infancia, el ombligo del mundo, el árbol de la vida, el apocalipsis: todos los símbolos de la destrucción, la renovación y la inocencia. Sus globos, serpentinas y confetis parecen avanzar tan lento como sus canciones, como células que se replican, como embriones en una placenta. Son también un espectáculo para niños, o más bien, para los niños que aún viven en nuestro interior y se emocionan con el poder que la música despierta.

The Flaming Lips en concierto.

Ofrecimiento de la piñata. Rockampeonato, Palacio de los Deportes, 2011.

All we’ve ever had is now

Para mantener su vitalidad ha sido fundamental para ellos la reescritura de álbumes completos como el Dark Side of th Moon, el Sgt. Pepper o In the Court of the Crimson King. También han mantenido una serie de colaboraciones importantes con numerosos músicos. Entre ellos: Miley Cyrus, Chemical Brothers, Kesha, Mick Jones, Bon Iver, Tame Impala, Nick Cave, My Morning Jacket, Karen-O, Neon Indian o Yoko Ono, pero también con otros músicos menos conocidos, directamente indies o under como Phantogram, Puscifer, Fever the Ghost, The Autumm Defence, Henry Rollins, Stardeath and The White Dwarfs, Boredoms o Peaches.

Algunos consideran que la banda ahoga su propio legado con tantos experimentos y propuestas infantiles que no se toman en serio a sí mismas, con discos que duran seis o veinticuatro horas y se venden en ediciones limitadas de fetos de gomita o cráneos humanos. Pero no me parece que lo sea.

The Flaming Lips son una banda humilde que ve al resto de los músicos como sus pares. Saben que entre gitanos no se leen la mano. Quizá eso explica también que sus visitas a México hayan sido a tantos lugares y no sólo a las tres ciudades de siempre. En su momento han hecho gira como banda de acompañamientos de músicos como Beck o Nell Smith (un disco con nueve covers de Nick Cave). Han impreso su sello personal a la música de otros. O directamente han formado nuevas bandas como Deap Lips, en conjunto con Deap Valley.

Parte de mi forma de ver y entender el arte y la literatura, y hasta de interactuar con otros colegas, viene de estas enseñanzas de lo que ellos hacen en la música. Por eso celebro los 20 años de Yoshimi. Les recomiendo escucharlo ya, pues confío en que la banda aún tiene grandes proyectos por delante.

 

R. T. G.

Pachuca, Hidalgo. 13 de agosto de 2022.

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots

The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots. Arte del álbum pintado por Wayne Coyne.

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Sobre el autor /

escritor | melómano | locutor | teórico de la industria del ocio | editor @espejohumeanter | columnista @melomano.media | autor de Cuentos de bajo presupuesto y Rabia | ikari

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