Qué mejor manera de trascender en la música en pleno siglo XXI que con una banda de música negra y anónima que cuenta con cuatro discos legendarios en solo dos años, dos de ellos sin título.
Sault. Una banda de mujeres y hombres, que no toca en vivo, que no da entrevistas, que no se toma fotos, que en sus letras dice más cosas sensatas que algunos en toda su vida. Un colectivo que se posiciona de manera clara y contundente por el fin del racismo, un alto al estado policial y un mundo donde reine la empatía.
(Black is)
De aquí mana poesía en clave trip hop, voces jóvenes y activas que nos alertan que se ha acabado el tiempo para esperar cambios. Ya no se acallará el clamor del oprimido, su voz cada vez se escuchará más fuerte. Es una vida dura la de aquel que se manifiesta contra la injusticia. Se sinceran entre ritmos rotos, un canto soul que se vuelve gospel, finalmente encontraremos una vía para la vida.
Con cada track, el colectivo nos va dejando clara su pericia para revitalizar estilos musicales de antaño con canciones que bien podrían haber sido grabadas en Memphis en las décadas de los sesenta y setenta. Cadencia suaves, voces femeninas puras y aterciopeladas, aun cuando algunas letras hablen de una historia atroz, de la sangre negra derramada por el blanco, del asesinato por motivos de odio racial, de una deuda histórica.
Nunca la denuncia había sonado tan bien. Los amantes de la música de protesta de décadas anteriores hubieran flipado con Sault, quien pone su poder creativo al servicio de los grandes temas de la actualidad. Rhythm & blues clásico, distorsión y elementos funky, se alzan las voces (incluyendo la de Michael Kiwanuka y la de Laurette Josiah) por los derechos de todo el mundo negro.
El grupo no solo se alimenta de los sonidos del pasado, sino que los sabe combinar con elementos radicalmente contemporáneos, logrando una fusión perfecta que a muchas agrupaciones les cuesta años conseguir.
Motown, batucada, neosoul, afrobeat, spoken word, disco, ¿Será una exageración decir que este disco está a la altura de el What’s Going On de Marvin Gaye o el Just as I am de Bill Withers?
Nos encontramos en un viaje sonoro que se va convirtiendo en un viaje confesional y espiritual si ponemos atención a las claves que nos revelan el esplendor de su lirismo. Es tiempo de orar, bailar, mantenerse de pie, posicionarse, en resumen: amar.
(Rise)
Nos levantaremos, todo estará bien, porque Dios está de nuestro lado.
Sault es el grupo que necesitabas y que no esperabas. Es la revolución underground de la música grabada. Un negro total, tan brillante y lúcido.
Mucho de épico tienen sus discos, cierto dramatismo y humor sin perder el ritmo; me recuerdan a Porgy and Bess, algún buen porro de Spike Lee o la intensidad de Sister Rosetta Tharpe.
Sus canciones fluyen en sí mismas, no son composiciones que batallen contra su propia estructura, los cambios abruptos de ritmo son manejados con pericia, son prolijas en arreglos sonoros traviesos, efervescentes. Nada nos detiene a imaginar que estamos escuchando el disco en los 60, 70, 80, 90 o en el futuro.
A estas alturas, podríamos investigar meticulosamente su lista de integrantes, pero no tiene sentido. Sault solo existe como ente grupal, como una voz popular, una conciencia colectiva.
Asciende el sol, hay muchos momentos luminosos en este álbum; es un amanecer negro y no paran de tirar poesía, ¡Bang! ¡Bang! Bailable, cantable, rudo, eufórico y sensual, libre como el amor de Dios.