9 discos de los 10 a los 20

No tengo discos de la primera mitad de los noventa, quizá porque más bien hacia finales de esa década viví un fuerte idilio con la música grabada, mis gustos se personalizaron cada vez más y mis ansias de conocer y escuchar nueva música se acrecentaron hasta el infinito.

Extraña condición es la adicción a la música.

Los discos que me impactaron más de los 10 a los 20 años de edad y antes de hacerme llamar In Vitro son:

Morphine – The Night (2000)

El álbum ya había sido grabado cuando sorprendió a todos la repentina muerte de Mark Sandman durante una gira por Italia. Al año siguiente saldría a la luz, convirtiéndose en el mejor álbum póstumo del que yo tenga conocimiento. El mejor testamento de un proyecto con el nombre de una sustancia que vuelve adicto y puede matar. El mejor álbum de una de las anti bandas más geniales de nuestros tiempos.

Un disco suculento, sensual y cadencioso hasta el tuétano, con una portada bellísima.
Aquí encontramos un Morphine reforzado, los tres miembros originales de la banda, Billy Conway, Dana Colley y Mark Sandman se hicieron acompañar por músicos invitados y coros femeninos de gran vuelo en sus aventuras barítonas. Supe que era un discazo al terminar la primera reproducción.

Café Tacvba – Revés / Yo Soy (1999)

En una ocasión, Hellen Villegas y yo nos encontramos casualmente con Rubén Albarrán. Ella no perdió la ocasión para comentarle que el referido disco doble era por mucho el mejor que había producido la banda y que en cambio, su disco posterior, Cuatro Caminos dejaba mucho que desear y que esperaba que no siguieran por ese camino de lo comercial y lo complaciente. A él no le hizo mucha gracia el comentario pero yo creo que el tiempo le dio a ella la razón.

A mí no me gusta la agrupación, en su momento prefería escuchar otras bandas mexicanas contemporáneas, pero este disco doble es bueno, está bien grabado y logra transmitir una sensación de estar inmerso en una verdadera obra de realismo mágico mexicano, un término que suele usarse más bien para obras literarias y pictóricas.

Unkle – Psyence Fiction (1998)

Encontré este disco en el estante de una tienda del centro de la ciudad y de inmediato me lo llevé a casa a escucharlo. Un abanico de posibilidades sonoras se abrieron paso frente a mí conforme transcurrieron los tracks. Su sonido áspero y oxidado, pero futurista y orgánico a la vez, sentó un paradigma en mi gusto musical. Es un disco desordenado y caótico pero con un sinfín de momentos sublimes y sutiles que ya han sido revisados en muchos medios.

La autoría musical detrás del álbum es, sin duda, principalmente tarea de DJ Shadow y su falta de reconocimiento le llevaría a no volver a colaborar con James Lavelle hasta 2014 en un concierto en el Meltdown Festival. Sin embargo, la historia de Unkle no se detendría ahí; una banda liderada por un tipo que no es ni músico ni cantante. Pero si esa historia no se la saben, pueden checar eso y mucho más en el documental The Man from Mo’ Wax.

Fratta – Realidad (1999)

Jorge Fratta es un bajista de primera, un cantante de interesante tesitura aguda y un compositor de buenas canciones. Además, es un ser sensible, sencillo y con una personalidad magnética.

En este, su álbum debut, volaba muy alto con el nivel de calidad de su producción, debería ser referente básico para los que hacen música independiente en México. Realidad es un disco que esquiva las etiquetas fáciles, intenso y pasional es a la vez inteligente e incisivo.

fotos: https://www.instagram.com/jesh_contla/

Nirvana Original Film Soundtrack (1997)

Si bien el filme cyberpunk de Gabriele Salvatores es interesante, el soundtrack lo es aun más. Compuesto por Mauro Pagani y Federico De Robertis, Nirvana Original Film Soundtrack nos presenta una rica fusión de música contemporánea con elementos orientales e italianos. Funciona muy bien tanto como acompañamiento de la película como por sí mismo en un entorno aislado. Gran calidad y despliegue de imaginación se muestran en todas las fases de la producción: composición, ejecución de los instrumentos, arreglos y mezcla. Bien complementado por tres canciones de diferentes estilos, interpretadas por NOW, Traffic y Cesaria Evora cada una.

Propellerheads – Decksandrumsandrockandroll (1998)

Los noventas vieron surgir y despegar a los grandes dúos de la música electrónica: The Crystal Method, Air, Daft Punk, The Chemical Brothers, etcétera; pero si hay un proyecto que merece mención aparte es este dueto de ingleses que sacaron un solo disco. Fue como ver pasar un cometa, iluminaron por única ocasión el firmamento musical y desaparecieron en la obscuridad. Alex Gifford y Will White se hicieron llamar Propellerheads y lanzaron un disco que hasta la fecha es imprescindible.

Coldplay – Parachutes (2000)

Elegante, bien ejecutado, sólido de principio a fin, nostálgico, no es pretencioso ni adulador con el público. Contiene música joven y atmosférica como el bosque, como la lluvia. Es el único disco de esta banda que recomendaría. Hace mucho que perdimos a la agrupación entre faroles y serpentinas aunque pese a ellos mismos y gracias al disco de estudio, conservamos la música.

The Dust Brothers – Fight Club Original Motion Picture Score (1999)

Un score que te sacude de principio a fin como el filme de David Fincher, con el que sincroniza tan milimétricamente. Profundo y delirante, en momentos es ácido y perturbador como la novela de Palahniuk.

Hip hop instrumental del más fino, además se pega unos mindscapes que no te cuento. Lo sé porque Tyler lo sabe.

Depeche Mode – Ultra (1997)

El momento más obscuro de Depeche Mode no fue impedimento para que un Tim Simenon de los Bomb The Bass supiera capitalizar el que para mi gusto es el mejor disco de la agrupación. Aunque es sombrío y nocturno en la música y la propuesta vocal, deja entrar un resquicio de luz a través de las letras y los detalles. Con colaboradores de la talla de Jaki Liebezeit o BJ Cole la capacidad creativa de la banda llegó a un clímax insospechado.

Sobre el autor /

Gusto de hacer composiciones, sonidos, compilaciones, mezclas sonoras y grabaciones de campo. Adicto a la música.

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