Ataduras del pasado
Reseña de La impronta de los patos sin plumas, de Sinead Marti
La impronta de los patos sin plumas (cuento)
Sinead Marti
Pachuca, México
Secretaría de Cultura del Estado de Hidalgo
2020, 64 pp. ISBN: 978-607-8554-40-9
1.
Es curiosa la forma en que ciertas profesiones nutren la creación literaria en momentos específicos. La literatura es una disciplina que no precisa obligatoriamente de una serie de profesionales que se formen en ella. Sin ánimo de generalizar, buena parte del siglo XX, previo a la creación de carreras de letras o escritura creativa, los escritores provenían de disciplinas como el derecho, las ingenierías o la docencia.
Cuando decidí que deseaba dedicarme a esto, a principios del 2000, la literatura de mi generación estaba llena de comunicólogos y periodistas; ellos aportaban una visión particular a la creación literaria, ya fuera como denuncia, crítica o desde una serie de estéticas y estructuras en las que era fundamental el lenguaje, la forma, la reconstrucción y la fabulación.
Con el cambio de década de 2000 a 2010, vino un cambio también en este paradigma de historias ideales; durante los últimos diez años cobraron relevancia en la obra de escritores jóvenes (y no tanto) ciertas corrientes. Influenciadas por la narrativa breve norteamericana, potenciaban el desarrollo de los personajes, los relatos largos y las caracterizaciones sutiles. Llama la atención que en ese periodo numerosos psicólogos han incursionado en las letras, aportando estas caracterizaciones sólidas y subtextos simbólicos a textos en los que es más importante configurar los universos emocionales de sus protagonistas.
2.
Menciono todo esto, que me ha obsesionado en años recientes, porque La impronta de los patos sin plumas (Secultah, 2020), primer libro de la escritora hidalguense Sinead Marti, tiene un manejo notable de muchas de estas características: un estudio de personajes, de su universo emocional roto y desolado, y una serie de elementos simbólicos que refuerzan los temas de los cuentos.
¿Y cuáles son estos temas? Grosso modo es posible identificar en primer lugar el concepto de la impronta, una especie de aprendizaje significativo —por usar una analogía que como pedagogo me es familiar— que tiene lugar en momentos críticos.
Uno de los problemas que he hallado en algunos textos escritos por psicólogos es el hecho de que comprometen la construcción del personaje con la ficha descriptiva del paciente, o que hacen pasar al sociodrama por fabulación. Los cuentos de La impronta de los patos sin plumas, a pesar de la referencia presente en el título mismo —la impronta—, afortunadamente no hacen ni lo primero ni lo segundo; los personajes y sus historias son tratados como tales, no como estudios de caso, y eso se agradece, porque añade una profundidad a las narraciones y no la impostura de esa profundidad.
Sinead convierte la idea misma de impronta en material literario explorando las experiencias traumáticas que presuntamente definen a los personajes en su psicología interna, y cómo éstas se vuelven una especie de atadura del pasado en el momento “presente” focalizado en la narración.
3.
Los otros temas del libro, a diferencia del primero, que sería el corazón, recorren los cuentos como la sangre al sistema circulatorio; el primero es el odio a los padres, y el segundo, la crueldad. Ambos me interesan pues de algún modo resuenan conmigo.
En algún momento también odié a mis padres. Me parece una parte natural del proceso de madurez. Podemos sentir hacia ellos muchos tipos de odio, no todos justificados —por supuesto, siempre creemos que lo están—; somos humanos, nuestros padres se equivocan, también nosotros. Pero en estos cuentos va más allá. Se trata de un odio que da paso a la comprensión (que no a la apología), porque éste viene mediado por el otro tema: la crueldad.
Los personajes de los cuentos de La impronta… van más allá de la crueldad: son infames y están llenos de sevicia. Esto se ve reflejado en el descuido, la mutilación o la tortura a los animales.
Pero más allá de las imágenes de bovinos cegados, patos desplumados, peces diluidos en sus peceras y cerdos demediados, que se nos graban como sellos abrasivos durante la lectura, esta violencia se traslada hacia los personajes como una especie de transmutación en el que estos animales no sólo cumplen funciones simbólicas, que invocan la crueldad al servicio del subtexto, sino que sirven como un espejo que conjura la oscuridad de las personas, mostrando lo que pueden sufrir o ejercer estos seres tristes, miserables o apáticos cuando intentan cumplir con aquello que creen su destino.
4.
“Ojos de cebú”, cuento que abre el libro, cuenta las estampas de maltrato que, a modo de venganza, realiza un protagonista contra su padre. Al principio, el padre paralítico e incontinente parece un anciano indefenso con el que podríamos empatizar en su dependencia; sin embargo, los recuerdos del narrador verdugo revelan la historia de un hombre que culpa a su hijo por la muerte de la esposa; por lo que al final, el hijo no puede sino justificar para sí mismo esa crueldad hacia su padre.
El uso del lenguaje áspero y afilado es capaz de lastimarnos tanto como las atrocidades que describe. Su ferocidad puede extrapolarse a las voces, los diálogos y las descripciones, convirtiendo al lenguaje mismo en una herramienta de tortura.
«Me dirijo a la recámara; saludo con los ojos al bulto que yace sobre la cama y le lleno la boca con el batidillo hirviendo. Él hace una mueca de dolor y abre la boca dejando caer la comida sobre su barba sucia y gris. […] No pasa nada: meto la cuchara en su hocico otra vez. Él escupe y atina en mi cara. […] Lo miro a los ojos y evito golpearlo.» (p. 13)
“Te irás una última vez” es un cuento que habla del descenso a la locura de un hombre desapegado que desea abandonar a su familia a causa de años de frustración, pero no lo hace ya que cree estar atado al destino de un árbol. La frustración inexplicada de este padre parece exponer el sinsentido que muchos hallan en sus propias vidas.
5.
“La impronta de los patos sin plumas”, cuento que da título al libro, aborda la culpa y el cuestionamiento de los propios actos que las personas justifican para sobrellevar el daño que causan a otros. Pero nos habla también de ese estado de impronta en el que preferimos mantenernos en la estabilidad conocida, por dolorosa que ésta sea, antes que ensayar otras formas de vivir.
«¿Qué tan especial puede ser una criatura que puede volar si nunca lo ha hecho? El pobre [pato] se detiene sobre sus patas y se dirige a los pies de todas, buscando donde reposar el cuerpo, pero lo reciben patadas para que salga de su vista.» (pp. 37-38).
“Creación del nuevo mundo” es un cuento que, a través de un intertexto con la novena sinfonía de Antonín Dvořák, explora la psicología de un suicida que no está exento de sus propios pecados y odios.
Finalmente “La carne” es un relato que explora, sin las imposturas morales tan socorridas en esta época, la relación de una adolescente con un hombre similar a un cerdo, física y “moralmente”, mientras explora en su pasado los sucesos traumáticos que la llevaron a desear el encuentro sexual.
«Los leones no dan una mordida y esperan a que sus presas se entreguen. Después de morder devoran el cuerpo completo. Pero ese tipo no era más que una broma. Una bestia perezosa que juega con su presa porque no tiene la fuerza de ganarle en batalla.» (p. 53)
6.
La estructura de los textos combina elementos de caracterización modernos que parecen descubrir la historia junto con los personajes, sin complicarse demasiado por seguir al pie de la letra un plan o escaleta. En su justo equilibrio, estas historias también cumplen con la estructura de los cuentos más clásicos —planteamiento, nudo, desenlace—; mientras, se conceden el espacio para convertir el impresionismo típico de los relatos psicológicos (esas reflexiones que exploran el mundo interno de sus personajes), en ideas e imágenes que aterrizan de forma clara.
Por otra parte, La impronta… presenta elementos sólidos de tramado, caracterización y descripción. Quizá el problema más serio que hallé en este trabajo es que los cuentos repiten la interacción de los mismos elementos: protagonistas resentidos, padres crueles, madres ausentes; y dicha repetición en las relaciones podría desalentar a lectores que estén en búsqueda de historias más emotivas. No hallarán eso en La impronta de los patos sin plumas y personalmente creo que es mejor así. Porque estos relatos no sólo describen las atrocidades de las ataduras del pasado, las dotan de significado.
Los cuentos nos hablan de forma diáfana, no divagan, no rebuscan entre los símbolos sino aquellos significados que abonan a lo que está contando; en ese sentido se trata de cuentos eficientes. Pero quizá no es eficiencia la palabra adecuada, pues debajo de esas historias late la ambigüedad que caracteriza a las obras genuinamente literarias.
7.
En la evolución de estos cuentos es posible intuir el tiempo que Sinead se tomó para afinarlos; sus procesos de ensayo y error, de búsqueda en los talleres de creación, cursos y diplomados, donde múltiples ojos y oídos pusieron a prueba los textos. Pero también la soledad que contempla al cuento desde la cima como se contempla un valle para determinar, de una sola mirada, los elementos que sobran o faltan para conseguir un paisaje nítido.
Sinead Marti es licenciada en psicología egresada de la Universidad La Salle Pachuca. Se desempeña como docente investigador de la misma universidad en la línea de estudio de flujos migratorios México-Estados Unidos. Como investigadora ha publicado artículos en revistas como Cuadernos Territorio y Desarrollo Local, de la Universidad Autónoma de Guanajuato y en International Journal Of Methods In Psychiatric Research. Actualmente es becaria del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA en la categoría de cuento.
Ha publicado en revistas impresas como Metascopios, de la cual fue editora en el periodo 2014-2016. Ha participado en antologías de cuento, tales como Y nunca bailamos solos (Pacmyc) y Lotería de cuentos hidalguense (Elementum). La impronta de los patos sin plumas es su primera obra publicada, misma que le permitió obtener el Premio Estatal de Cuento “Ricardo Garibay” en 2019.
La literatura hidalguense de la tercera década del siglo XXI encuentra en Sinead Marti una voz sólida en búsqueda de consolidar su estilo, y de quien podemos esperar nuevas obras que miren las relaciones humanas desde ángulos donde el dolor pueda iluminarnos con una luz distinta.
R. T. G.
14 de agosto de 2021 / 15 de febrero de 2022.
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