Cowboy Bebop: La cicatriz del pasado

 

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[Sesión 5. The Ballad of Fallen Angels. Esta escena se desarrolla con las canciones “Rain” y “Green Bird”, interpretadas por Steve Conte y la propia Yoko Kanno.  ©Sunrise, 1998]

No voy allí a morir. Voy a ver si estoy vivo.

Spike Spiegel

Cowboy Funk

Cuando pienso en animación con una banda sonora alucinante y escenas de acción fluidas, me viene a la mente Cowboy Bebop, el anime con el mejor opening de la Historia. No se trata de una serie convencional en el sentido japonés pero sí en el sentido estadounidense y es quizá por ello que es uno de los referentes principales de la animación japonesa en occidente, que se mantuvo por 21 años en el top 15 de las series mejor valoradas de My Anime List y, al momento en que escribo esto, en el número 34 de las mejores series “a secas” de IMDB.

Cowboy Bebop es una serie de 26 episodios producida por el estudio Sunrise, creada por Hajime Yatate, dirigida por Shinichiro Watanabe y musicalizada por la genial Yoko Kanno, que fue emitida por las cadenas Tv Tokyo y Wowow de 1998 a 1999. Fue el primer anime emitido en Estados Unidos por la cadena Adult Swim en 2001 y es considerada como la que abre el panorama de este tipo de animación en aquel país, además de ser una serie de culto en Latinoamérica.

[Sesión 6. Sympathy for de Devil. Esta escena intercala el pasado de Spike con la interpretación del blues “Digging my Potato” ©Sunrise, 1998]

Sympathy for the Devil

Cowboy Bebop es una serie en la que subyace una profunda melancolía en la que los personajes procuran no empantanarse demasiado, mientras pelean y persiguen fugitivos en un estilo similar a las series norteamericanas, en un formato de episodios autoconclusivos, aunque la mayoría de las veces fracasarán en cobrar las recompensas.

Shinichiro Watanabe, un director novel en 1998, presentaba una visión novedosa sobre la importancia de la banda sonora; influenciado especialmente por el jazz de los años cincuenta realiza una dupla con Yoko Kanno para dotar a la serie de un espíritu libre y dinámico.

El currículo de Watanabe puede presumir otras series como Samurai Champloo, Space Dandy o Carole and Tuesday, al igual que cortometrajes animados como Baby Blue, The Animatrix y, en 2016, Black Out 2022, que conecta las dos películas de la saga Blade Runner (la cual, en su momento, fue una influencia para la ambientación y el tono neo-noir de Cowboy Bebop, junto con la serie Lupin The Third), en el que se permite ciertos guiños a otras obras de decadencia futurista como La Naranja Mecánica.

En su momento, los productores deseaban una serie para vender juguetes, al grado de decirle al director que, siempre que hubiera naves espaciales, podía hacer lo que se le diera la gana. Para la crítica y los fans, los trabajos posteriores de Watanabe han sido poco a poco menos innovadores y luminosos, pues el director no se ha empeñado demasiado en refinar su fórmula; pero es quizá por ello que todos reconocen la importancia de su primer anime.

[Sesión 2. Stray Dog Strut. Esta escena de persecución rinde tributo a las películas de Bruce Lee y la música de Tom Waits. ©Sunrise, 1998]

Gateway Shuffle

Cada capítulo de Cowboy Bebop es un collage de referencias filosóficas, narrativas, formales, estilísticas y musicales, anunciadas desde los créditos iniciales:

«Entonces… en 2071, en el universo, los cazarrecompensas que se reúnen en la nave espacial Bebop tocarán libremente sin miedo a las cosas arriesgadas. Deberán crean nuevos sueños y filmes rompiendo los estilos tradicionales. La obra, que se convierte en un nuevo género en sí mismo, se llamará… Cowboy Bebop

Esta declaración de principios se cumple con los tres géneros que soportan a la serie en sí como las patas de un tripié: la ciencia ficción, el western y el neo-noir.

El primero de ellos, la ciencia ficción, con cierta trampa o más bien cierto enfoque, porque prefiere aquellas historias sobre el sentido vital de los individuos en vez del optimismo por los avances tecnológicos, de ahí que aunque sean estos los que detonan los conflictos, como en el caso de Faye, el conflicto siempre será enteramente humano. Es cierto que existen convenciones como batallas de naves espaciales, criaturas alienígenas y terroristas del espacio, pero se trata de un futuro que nos habla más bien del presente, el de la serie en los años noventa, y el nuestro, en el que las ciudades aparecen sucias y decadentes, tanto físicamente como en lo social y lo político.

El género western es otra pata de ese trípode, y son las convenciones morales de este género las que alimentan los conflictos de la serie, sobre todo los del protagonista, Spike Spiegel. Desde el primer capítulo, cuya locación es un asteroide llamado “Tijuana”, se abordan temas típicos del western como como la muerte, el suicidio, la traición, y la moral de los fuertes y los débiles, a través de los arcos de personajes derrotados, cuyas motivaciones siempre están relacionadas con algún daño, fijación o trauma del pasado.

Estos héroes y villanos, como refiere la crítica Jane Tompkins, no se preocupan ni entienden la ética en un sentido tradicional, judeocristiano, sino que es la vida dura de proscripción en el desierto la que les hace desarrollar un código moral, masculino, en torno al honor. Establecen así un sistema de valores paralelo con las historias de samuráis, que la serie explicita en algunos pasajes donde los personajes entablan duelos alucinantes con sables y revólveres.

Finalmente está el neo-noir, o noir directamente, un género que tendemos a asociar a las historias policiacas, el hardboiled o el cine negro, pero que en la práctica es más difícil de encuadrar, pues además de los arquetipos pesimistas como el antihéroe o la mujer fatal, o el tratamiento de temas relacionados con el crimen y la violencia, presenta características que incluyen el ensueño, la extrañeza, el erotismo, la ambivalencia y la crueldad.

El noir es, a su vez, el género que mejor ejemplificaba para la cultura popular inmediatamente posterior a la postguerra el desencanto posmoderno y nihilista en el que los sistemas de moralidad, fe o progreso se desmoronan frente a la alienación, la desorientación y la decadencia humana. Un desencanto que resuena hasta nuestros días.

Estos tres géneros, junto con otros más comunes del cine y la televisión como el blaxploitation, las películas de karate y las picarescas de criminales, se combinan y reciben por parte de Watanabe un tratamiento fresco y serio a la vez, unas veces ligero y humorístico y otras dramático y trascendente, en el que la nostalgia, las referencias a personajes como Woody Allen, Kareem Adbul-Jabbar, el xenomorfo, Bruce Lee o el doctor Julius Hibbert, conectan y enmarcan a la serie en la cultura pop contemporánea; incluso muchos de los episodios, llamados sesiones, referencian a títulos de canciones como “Honky Town Women”, “Sympathy for the Devil”, “Toys in the Attic”, “Bohemian Rhapsody” o “Wild Horses”; lo que explica también su vigencia aún dos décadas después de su emisión.

[Sesión 13. Jupiter Jazz part II. Esta escena se vuelve particularmente emotiva por la inclusión de la melodía «Space Lion» con la que cierran lo créditos. ©Sunrise, 1998]

The Ballad of Fallen Angels

Ambientada en 2071 en un futuro totalmente jodido, Cowboy Bebop sigue a un cuarteto de caza recompensas muertos de hambre, en quiebra permanente, que operan a lo ancho de los planetas y satélites teóricamente habitables del Sistema Solar, como Marte, Venus o Ganímedes. En este contexto, la Tierra se ha vuelto prácticamente inhabitable tras la destrucción de un portal espacial que permite viajar rápidamente de un planeta a otro. El espacio cotidiano se presenta sin glamour, sin romanticismo, pues todo recuerda a tiempos pasados a los que tampoco vale la pena volver.

Los personajes son Spike, Jet, Faye, Ed y su perro Ein. Jet es un ex policía atado a su pasado al lado de una mujer que lo abandonó, de la que conserva como recuerdo un reloj detenido que representa su deseo por regresar a un pasado idealizado, el cual eventualmente tirará para seguir adelante. Ed es una hacker hiperactiva abandonada por su padre que prefiere tomarse la vida con ligereza.

Faye es el arquetipo de la mujer fatal, una jugadora con amnesia que pertenece a nuestro tiempo y que busca constantemente un lugar al cual volver. Ella es una víctima de la tecnología que fue criogenizada para salvarse de la muerte en el pasado y que, al despertar en el futuro de la serie, un futuro del cual no se siente parte, adeuda millones a los médicos que salvaron su vida.

El protagonista de la serie es Spike, un ex mafioso que fue traicionado por su amigo y abandonado por su amada. Spike ejemplifica el concepto del hombre muerto en vida que cabalga sin rumbo, lleno de ideales románticos. Su causa anterior se ha extinguido, por lo que serpentea con la tragedia a cuestas.

Las historias de cada uno giran alrededor de un tema. Las de Faye en torno a la identidad, a tratar de reconciliarse con quien ha sido; las de Jet, en torno a la lealtad; las de Spike, al amor; las de Ed, a vivir el presente. Y todas ellas orbitan la idea de superar o estancarse en el dolor del pasado.

[Opening. «Tank!», de Yoko Kanno & The Seatbelts. Considerado por muchos como la mejor intro de la historia del anime. ©Sunrise, 1998]

Hard Luck Woman

Una de las características que definen a Cowboy Bebop es que la música está, en su importancia, a la altura de la imagen o, incluso, más que esta pues, dependiendo del tono de la música, la propuesta visual cambia y se ajusta. La responsable de esto es la compositora Yoko Kanno, quien casi puede considerarse co-directora de la serie. Kanno ha compuesto la música de unos 35 proyectos animados, tres de ellos con Watanabe, con quien suele trabajar en una sinergia en la que él desarrolla las escenas en consonancia con la música como si fueran videos musicales.

La música de Cowboy Bebop es, para decirlo pronto, una maravilla de diversos géneros musicales del jazz y el folklore estadounidense que contribuyen a la estética de cada episodio. Es una banda sonora que desde el primer capítulo nos presenta melodías que van del blues con armónica hasta una pasaje new age similar al Vangelis de Blade Runner.

Tanto Kanno como Watanabe toman influencias en vez de sumergirse en cada género y se mantienen dentro de unos límites y una estética para cada melodía y cada episodio, pero siempre moviéndose en los límites entre estos para que todo encaje. Y es que al igual que la fusión que da nombre a la serie, Kanno junta conceptos diferentes, salta entre géneros distintos, sin fusiones ni hibridación, y la música siempre está a la altura.

La banda que ejecuta todas las pistas, The Seatbelts, fue creada específicamente para la serie. Se trata de un ensamble de al menos 30 músicos liderados por Kanno, quien compone, arregla, produce y en algunos casos interpreta las canciones bajo el seudónimo de Gabriela Robin. Watanabe empezó a crear la serie tras oír algunas de las piezas de Yoko. Así, la música fue una de las primeras partes de la serie que empezaron en producción, antes que los personajes o la historia incluso estuvieran completados. The Seatbelts lanzó siete álbumes de estudio más otros de remixes, en concierto y sencillos relacionados con la serie como OST 1, No Album o Blue, al igual que el disco Space Bio Charge con canciones que no llegaron a la serie.

“Tank!” es la canción de apertura, una pieza de big band en un estilo hard bop y fusión latina con una sección rítmica que combina contrabajo y bongos, que da un par de vueltas al tema y luego deja al saxofonista Masato Honda improvisar sobre él. La banda sonora de la serie exuda carácter, y “Tank!” representa la maestría de Yoko para lograr transmitir un sonido que llevaba concibiendo antes del anime incluso.

En entrevista, Kanno menciona que cuando era miembro de la banda de metales de su preparatoria le aburrían mucho los estándares que le hacían tocar, por lo que se dedicaba a componer sus propios temas. Tal como expresa el músico Jaime Altozano, Kanno “quería algo que le agitara el alma y le hiciera hervir la sangre y perder la cabeza. Años después, ese anhelo se convertiría en ‘Tank!’”. Kanno continúa:

«Quería hacer música que me hiciera arder por dentro al tocarla. Me pasaba días transcribiendo música negra y me preguntaba cómo es que negros y blancos tocan las mismas baterías y les suena distinto. Así que me fui de costa a costa de Estados Unidos en un autobús, durmiendo en el bus, porque no tenía dinero para hoteles, yendo de Los Angeles a Nueva Orleans, caminando por las calles y bares de cada ciudad para escuchar a los músicos que había por ahí. Me fui dando cuenta que cuanto más me iba al este, o sea, hacia Nueva Orleans, los ritmos eran cada vez más fuertes. Veía a chicos de instituto hacer ritmos increíbles con un solo tambor por la calle y aunque cogí toda la inspiración que pude, estuve un tiempo frustrada con que no era capaz de tocar con los mismos ritmos y la misma gracia que los músicos que había visto por ahí pero que, finalmente, acabé aceptando que mi estilo no estaba tampoco mal.»

Esta banda sonora, concluye Altozano, “es un ejemplo de cómo la música puede no solo ensalzar los sentimientos sino dotarla de una vida, una personalidad y un carisma que a veces es imprescindible para que una obra audiovisual funcione. Cowboy Bebop no sería lo que es sin la música, sin el viaje a Nueva Orleans de Yoko, sin The Seatbelts y sin la retroalimentación que hubo con el director escribiendo las escenas y la música apoyados el uno en el otro siempre”.

[Sesión 24. Hard Luck Woman. No pude resistirme a compartir esta secuencia que hoy, 22 años después, sigue doliendo. Mientras, suena «Call Me, Call Me», interpretada por Steve Conte. ©Sunrise, 1998]

The Real Folk Blues

[SPOILERS a continuación]

Es toda esta mezcla de elementos narrativos, visuales y musicales la que dota a las escenas de este anime de una originalidad y un mensaje únicos.

En el primer capítulo, por ejemplo, la presa Asimov es un vendedor de droga que desea huir con su novia del asteroide Tijuana en busca de una vida menos violenta. En este, como en casi todos los episodios, la presa morirá, los protagonistas no podrán cazar a nadie ni cobrar recompensa alguna. Cuando Spike, a mitad del capítulo, intercepta a la pareja, les pide que huyan, no porque se apiade de ellos sino porque se ve reflejado.

Al final, acorralados por la policía, la novia decide matar a Asimov, consumido por la misma droga que trafican, y ella misma muere acribillada por las balas de las naves patrulla, flotando en el espacio. La serie parece decirnos desde el principio que ese será el destino de los que se empeñan en soñar. Y durante todo este proceso hemos escuchado tres o cuatro piezas musicales que nos han llevado por todas estas emociones.

Escenas extrañas como esta se repetirán a lo largo de la serie, desde Faye robando la comida del perro al hallar un refrigerador vacío, hasta un capítulo en el que tendrán que cazar a una criatura que ha invadido su nave. Otras escenas, como la del parque de diversiones o la del anciano en cuerpo de niño, nos presentará a rivales endurecidos, cuyas pistas musicales, aunque aparentemente inocuas, les conferirán tintes escabrosos.

En la que es, quizá, la secuencia más emotiva de toda la serie, Ed es abandonada por su padre nuevamente, quien solo está interesado en cazar y documentar meteoritos. Al mismo tiempo, Faye ha recuperado su memoria y encuentra el terreno, devastado hasta la última piedra, donde alguna vez estuvo la casa de su infancia; ella marca el lugar de su cama en la tierra y se recuesta. En el Bebop, Jet hierve una canasta de huevos y los coloca en cuatro platos. Ed regala un rehilete a Spike y abandona la nave en compañía del perro Ein. Spike y Jet se sientan en la mesa de la sala, comienzan a comer sus huevos y, cuando han acabado, llenos de una furia silenciosa, comienzan a devorar los de los platos contiguos. A la par de todo esto, se escucha la canción «Call me, call me», interpretada por Steve Conte. Luego el capítulo termina.

Durante toda la serie, las historias de los personajes se han dosificado mediante breves flashbacks que, en el capítulo 26, llegan a su clímax. Jet y Spike finalmente logran abrirse el uno con el otro porque saben que es el final, que la amistad ha llegado a su fin. El arco de Faye, que tuvo que ver con hallar un lugar al cual pertenecer, termina abruptamente; al final también ha perdido eso pues, cuando recupera sus recuerdos, ella sabe que no tiene otro lugar al cual volver más que al Bebop. Ella quiere un hogar, un futuro con Spike, pero él, dispuesto a terminar con su enemigo, se va, se convierte en otra cicatriz.

Un tema recurrente de cualquier western, según Peter French, es el del muerto en vida,  el muerto que camina, huye o cabalga. No es casual que los héroes y villanos sean retratados como sobrevivientes de la guerra civil del lado confederado, del lado perdedor. Derrotados, viven de forma romántica con la muerte y la brutalidad como un deber que deben cumplir.

Spike, de quien nos revelan que posee un ojo cibernético, vive con uno de sus ojos en el pasado, como si su vida no fuera más que un sueño. Y entonces ya no sabe si es un hombre del pasado soñando con el futuro, o un hombre del presente que añora el pasado; y aún con teniendo la posibilidad de ser feliz frente a él, se niega a ella. Lo único que le queda es ir por su última presa, su antiguo amigo, para vengar la muerte de su amada y poner fin a todo.

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En otras series de Watanabe y Kanno, la música en general y el jazz en particular se convierten en acompañantes fundamentales por su capacidad liberadora de improvisar sobre las estructuras armónicas, esto funciona también a nivel diegético y, en Cowboy Bebop, el tratamiento de esto raya la genialidad.

Finalmente, esta historia, estos personajes y esta música nos hablan siempre sobre el desafío que nos impone el pasado, sobre la importancia de los pequeños momentos como vehículos de comprensión y salvación del propio ser ante el estancamiento y el dolor. Y ese puede ser su más importante legado.

R. T. G.

Abril de 2020.

Sobre el autor /

escritor | melómano | locutor | teórico de la industria del ocio | editor @espejohumeanter | columnista @melomano.media | autor de Cuentos de bajo presupuesto y Rabia | ikari

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