4 discos que cumplieron 20 y 10 años en 2020
Disclaimer
Estoy enamorado del pasado, lo digo por última vez, no puedo evitarlo. Y aunque ya he presentado en esta columna álbumes que cumplieron 30 y 40 años en 2020, siempre hay obras que no alcanzo a revisar. Todos y cada uno de los discos merecerían una columna completa (excepto Coldplay, y si piensan lo contrario, se engañan, mis amores). Pero no la tendrán; esto es lo que hay.
Creo que es obvio que no están listados todos los que podrían, porque estoy dejando de lado álbumes de Aterciopelados, The White Stripes, Primal Scream, The Hives, LCD SoundSystem, The National, Vampire Weekend, Janelle Monáe, Tame Impala, Arcade Fire, Foals o Deerhunter, cuyos discos me encantan, que cumplen dos o una década más en 2020, y que son muy influyentes, pero de algún modo no coinciden con lo que me interesa de la música en este momento (o sí, pero no se me dio la gana). Así que sin más choro: 3 discos que cumplieron 20 años en 2020 ( y uno que cumplió diez), parte 3 y final; y ya alv con el año de la peste que se viene otro.
Hace 20 años…
Parachutes se convirtió en el impresionante debut de Coldplay.
(Lo cual es una injusticia, porque todo ese éxito debería pertenecer a Travis. Pero, aunque The man who llegó a México hasta el año 2000, en rigor, el disco es de 1999; y si en esta lista no está London calling, de The Clash, porque salió el 14 de diciembre de 1979, pues qué se le va a hacer…)
Grabado en 1999 y lanzado el 10 de julio del año 2000, Parachutes es, al lado de A rush of blood to the head y X&Y, uno de los tres discos de Coldplay a los que no puede reprochárseles ninguna divagación o pérdida de rumbo creativo, como sí ocurrió después con álbumes más flojos como Viva la vida or Death and all his friends o Mylo xyloto, rumbo que ya no recuperarían.
Antes mencioné que Echo & The Bunnymen y el propio U2 fueron una influencia para Coldplay, pero no mencioné que mucho de lo asimilado fueron precisamente esos aspectos “negativos”, como la pérdida de un sonido vigoroso, la complacencia de la madurez y la coincidencia misma de que el declive para las tres agrupaciones ocurriría (curiosa coincidencia) a partir de su cuarto disco [Ok, siendo justos, la decadencia de U2 vendría después del Joshua Tree]. Así es esto de la simetría forzada.
Afortunadamente, Parachutes está al margen de todo eso. Presenta una producción impecable, canciones entrañables y un sonido sobrio y maduro que ya quisieran otras bandas en un disco debut.
Las destacadas:
“Shiver”, “Spies”, “Yellow”, “Trouble” y “Everything’s not lost”.
Hace 20 años…
Godspeed You! Black Emperor compondría la apoteosis de la música para trapear.
Lift your skinny fists like antennas to heaven es el disco de post-rock más importante e influyente en toda la historia del género. Más que las obras seminales de Tortoise, más que los gruesos muros de ruido de Mogwai o Explosions in The Sky. Más influyente incluso (en términos de aportación a su género específico) que cualquiera de los álbumes de mis amados Sigur Rós.
Grabado en febrero de 2000 y lanzado en octubre del mismo año, el segundo álbum de estudio de este ensamble hiperpolitizado originario de Montreal, es un disco doble con suites de 23 minutos compuestas por piezas musicales o movimientos más breves.
Si bien incluye algunas partes habladas y cantadas (utilizadas más que nada como hilos conductores de sus mensajes satíricos, políticos o poéticos), el disco es principalmente instrumental. Incluye los elementos tradicionales de una banda de rock; así como a músicos invitados como Norsola Johnson o Sophie Trudeau que realizan acompañamientos de cello y violín, respectivamente.
Las secciones musicales coquetean con momentos vertiginosos de shoegaze, tambores que parodian las marchas militares (como en “Monheim”) y crescendos que avanzan de lo emotivo a lo épico y de lo épico al ruido.
La banda más emblemática de ese sonido instrumental y luminoso conocido como postrock. Para algunos, música para hacer el quehacer; para otros, un viaje sosegado, a veces difícil, a veces demasiado tranquilo, pero siempre inquietante, por los confines del alma.
Las destacadas:
De la suite “Storm”: “Lift your skinny fists, Like antennas to heaven…”. De “Static”: “World police and friendly fire”. De “Storm”: todo “Storm”, chingao, desde el melancólico monólogo de Murray Ostrill “…They don’t sleep anymore on the beach…”, pasando por la fantasía onírica y militar que es “Monheim”, hasta el emotivo y rítmico cierre de “Broken windows, lockes of love”. De “Antennas to heaven”: “She dreamt she was a bulldozer, she dreamt she was alone in an empty field”.
Hace 20 años…
Radiojeta daba conciertos en una carpa de circo sin logos corporativos, influenciada por la obra de Naomi Klein.
Kid A, un disco cuya producción fue accidentada y larguísima, que sumió a los miembros de la banda en un bloqueo creativo ante las pocas expectativa de superar el que para muchos es el mejor álbum de rock de la historia, OK computer, un disco que casi los separa, que los obligó a grabar horas y horas de material, a llevar bitácoras on-line públicas de desesperación y, en fin, un disco que no auguraba buen destino ni éxito, fue el mismo que confirmó que la banda podía replantear su sonido desde una perspectiva distinta y sin comparación con su producción anterior.
Una revisión del pasado
Kid A es un disco de no-rock que, contrario a lo que muchos creyeron al escucharlo por primera vez, no es un producto pretencioso de intelectualismo esnob que salió de la tierra como un hongo (no sólo eso, je). Se trata de un documento musical que, en el cambio de década, hacía una pausa de las corrientes principales y se dedicaba a examinar el legado y las posibilidades de numerosas tradiciones musicales poco exploradas y difundidas del siglo XX; del jazz Dixieland al krautrock, y del drum and bass al ambient y la música académica concreta.
Porque si algo era Kid A, lanzado el 2 de octubre del año 2000, era eso: el primer disco del siglo XXI que gracias a las exploraciones de los músicos y la labor del productor Nigel Godrich, proponía una serie de sonidos de vanguardia que apuntaban hacia el futuro de la música mientras observaba simultáneamente hacia el pasado.
Si a eso se añadía la utilización de los postulados de la gramática generativa de Noam Chomsky en la composición de las letras, las ideas anticorporativas de Naomi Klein y su libro No logo, y la hasta entonces congruencia ideológica de la banda en torno a su visión de la política, el poder, la industria del entretenimiento y la alienación individual, el resultado era un disco sin giras promocionales, sin sencillos ni videos musicales, y con muy pocas entrevistas y sesiones fotográficas. Así, a pesar de generar un rechazo inicial de muchos críticos, obtuvo con el paso del tiempo una aceptación general. Las legiones de fans entendieron (o quizá aceptaron) que el disco cumplía sus anticipaciones premonitorias, ganándose un lugar propio en la historia de la música pop.
El cliché de los artistas atormentados
Después del estrés que para los músicos implicó la promoción de OK computer, Thom Yorke deseaba apartarse por completo del rock, sin saber bien cómo. Yorke creía que su música se había convertido en una suerte de muzak, apenas un ruido de fondo que ya no resultaba distinto al de un refrigerador o cualquier otro electrodoméstico. Este hecho lo llevó a alejarse de los medios musicales.
Durante el proceso de grabación, Radiohead utilizó instrumentos como sintetizadores modulares, ondas Martenot , metales y cuerdas. Procesaron los sonidos de las guitarras con sintetizadores, incorporaron samplers y loops. También manipularon sus grabaciones con software de edición de audio como Pro Tools (que ya habían utilizado en OK computer).
Obligado por la naturaleza errática del proceso de producción, pero inspirado también por las técnicas de escritura automática que David Byrne utilizó en la composición de Remain in light, Yorke “escribió” muchas letras precortando palabras y frases banales descontextualizadas, clichés cotidianos e imágenes violentas, ensamblándolas al azar. Su intención era que la voz se convirtiera en un instrumento más al servicio de la música y no en un elemento central que definiera el ritmo y raptara el sentido de lo que ésta expresaba. Deseaba, en suma, que la banda se centrara en los sonidos y las texturas.
Esto fue refrescante porque la música resultante, sustentada en su propia estructura, emocionaba a Yorke, en su faceta de DJ, como nunca lo había emocionado el rock de guitarras.
El niño clon y la internet
Radiohead consideró lanzar el material como un álbum doble, pero al final decidió que el resultado sería demasiado atascado. Fue por eso que, a pesar de sonar tan distinto, la mitad del material grabado fue a parar a Amnesiac, lanzado el año siguiente.
En 2000 y 2001, Radiohead fue una de las primeras bandas que comenzaron a utilizar internet como herramienta de promoción. Anticiparon de paso muchos de los modos en que entendemos la promoción actualmente. Kid A se puso a disposición de sitios web de música y ventas en línea (como Amazon), y radiodifusoras, se promocionó con cortometrajes animados hechos por animadores, cineastas y artistas visuales. Los bootlegs de las primeras actuaciones se filtraron a los servicios de intercambio de archivos peer to peer, como Napster. Y el álbum, como era de esperar, se filtró antes de su lanzamiento.
Mamadores everywhere 🙁
El legado de este disco se ha visto enturbiado por las legiones de fans from hell de la banda (y de este disco en particular). De hecho, puede considerarse como uno de los fandoms más tóxicos, mamadores e insufribles que cualquier disco o agrupación puede tener (quizá sólo superado por la comunidad audiófila y los progs).
Yo creo que no es malo que haya quienes lo consideran el mejor de la banda. Personalmente no creo que lo sea, pero no soy crítico ni músico para decidirlo. Sin embargo, su legado para la música de las últimas dos décadas sigue siendo innegable.
Las + prronas:
“Everything in its right place”, “The national anthem”, “How to disappear completely”, “Optimistic”, “Idioteque”, “Morning bell” y “Motion picture soundtrack”.
Hace 10 años…
These New Puritans sorprendieron a todos cuando su álbum Hidden fue declarado mejor disco de 2010 por la revista NME.
Hace apenas unos días, el 4 de diciembre, los hermanos Barnett de These New Puritans lanzaron en vinilo la reedición de Hidden [MMXX] conmemorando su décimo aniversario. Y pues eso, Hidden es un discazo que, tras escucharlo detenidamente, nos hace entender por qué es considerado uno de los mejores de 2010.
En una entrevista con Jack Barnett en 2010, Paul Morley describió Hidden como un disco “muy de 1970, pero también de 1610, 1950, 1979, 1989, 2005 y 2070”. El disco suena a un montón de cosas de un montón de siglos diferentes. Incluye secciones rítmicas interpretadas por un ensamble de tambores Taiko, una orquesta checa, un coro de niños cantores, un conjunto de vibrafonistas, arreglos para fagot y efectos sonoros de espadas. Otros efectos prácticos incluyen melones con galletas de crema a los que golpeaban a martillazos para simular el ruido de cabezas siendo aplastadas. Estos efectos e instrumentos no sólo los tocaron en el estudio de grabación sino también en sus conciertos.
El estilo de Estos Neopuritanos
These New Puritans es una banda inclasificable originaria de Essex, compuesta por los gemelos multiintrumentistas Jack y George Barnett y otros músicos que ya han dejado la banda como Thomas Hein y Sophie Sleigh-Johnson. Este eclecticismo y dominio musical (Jack por ejemplo toca el fagot y aprendió notación musical por su cuenta sólo para componer los arreglos de viento y metales del álbum) además de su pertenencia a una tradición de valores atípicos en la música británica (Talk Talk, Steve Walker, Steve Reich, Wu-Tang Clan) y su visión creativa para renovar su sonido con cada nueva producción, ha hecho que These New Puritans se haya tomado muy en serio eso de difuminar las distinciones entre el post-punk, la música académica, la electrónica dancehall, el hip-hop, la guitarra percusiva (drumming) y la música experimental.
Uno de sus rasgos más interesantes, presente por supuesto en Hidden, es la incorporación de refrains o estribillos, es decir, de líneas musicales y líricas idénticas presentes en diferentes canciones, como forma de simetría (no forzada, oigan) o unificación temática.
Cuando actuaban en vivo durante la gira de promoción de Hidden, tal como registra el directo de 2014 EXPANDED (Live at the barbican), a menudo iban acompañados de una banda de vientos y metales, así como de tambores Taiko, coros de niños y vibrafonistas; es decir, igual que en el álbum.
TNP en México
En 2011, por ejemplo, la banda se presentó durante 40 minutos ante un reducido grupo de iniciados en el festival Corona Capital de la ciudad de México, acompañados, cómo no, de tres vibrafonistas. Aquella presentación tuvo un final agridulce porque la banda que se presentó antes, los mugrositos de No Age, se extendieron más de lo debido. Los perfeccionistas hermanos Barnett no tuvieron tiempo suficiente para hacer su soundcheck y eso les quitó valiosos minutos de su presentación en directo. Al final tuvieron que abandonar el escenario para dar paso a los franceses M83, una de las bandas principales del festival aquel año.
These New Puritans tiene una propuesta compleja que no siempre es fácil de asimilar. Sus dos últimos discos, Field of reeds de 2013 e Inside the rose de 2019, abandonan completamente las exploraciones rítmicas de Beat pyramid (su ópera prima de 2008) y del propio Hidden para realizar búsquedas musicales más introspectivas que prescinden incluso de las percusiones.
Esto ha hecho que el reconocimiento masivo se demore. Y es muy probable que se quede así, que no llegue ni reciba la atención que merece. Por eso me parece necesario difundir a esta agrupación un poco más. Escuchen Hidden y cada uno de los discos que hemos presentado en este especial de tres entregas. Les aseguro que no se arrepentirán.
Las destacadas:
“We want war”, “Three thousand”, “Attack music”, “Fire power”, “DrumCourt-where the coral lie”, “White chords” y “5”.
Es así como terminamos esta odisea a través de 10 discos que cumplieron 20, 10, 30 y 40 años en 2020. No vemos en 2021 con más música.
R. T. G., diciembre de 2020
El año de la peste
Leer la parte 1 🙂 | Leer la parte 2 🙂
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