César Costa y la fiebre juvenil

La música es compleja y muy simple a la vez. Te transmite tantas cosas que no puedes explicar; desde ver a tu artista favorito, hasta escuchar con tus audífonos a todo volumen una canción que te apoya en tu dolor. Prácticamente, es lo más bello que puede haber en el mundo. Con tan solo unas notas te hechiza, te enamora, te hace vibrar. Podrá ser una palabra con seis letras, pero con un gran significado y valor indispensable en la sociedad en que vivimos. Es un medio de expresión de masas y es ahí donde se expresa un contexto y una ideología. Suelen tomarlo como simples canciones y acordes, sin embargo, van más allá de eso.

La música es más que un requinto, un arreglo, una melodía o una nota; es el lugar donde los jóvenes nos sentimos seguros y entendidos. Cuando comienza nuestra pubertad o adolescencia, nuestros padres nos dicen cuántas veces es posible, que pronto la música cambiará nuestras vidas de una u otra forma; no obstante, no nos dicen el motivo.

Probablemente, al momento no lo sepas, pero cuando creces y cambias las pelotas y juguetes por música y amigos, te das cuenta que ya no sólo escuchas canciones porque son pegajosas o divertidas, sino porque comienzas a darle significado a la letra; o a sentirla vibrar desde la planta de los pies hasta la cabeza; o porque te ayuda a sostenerte en los momentos más obscuros de tu vida. Este fenómeno no solamente les sucede a los jóvenes de ahora, también a la juventud de hace años, que alguna vez fue como nosotros.

Los 60 es una de mis épocas favoritas y no solamente por la moda o el ambiente sano que se vivía tanto en fiestas como fuera de ellas; sino por la música. Ya no había más canciones de Frank Sinatra o boleros de Agustín Lara, el mundo estaba cambiando.

La musical como medio expresión estaba tomando un papel muy importante para quienes estaban creciendo, sobre todo para aquellos que podían mover a las masas. Los músicos comenzaron a modificar su narrativa musical y le dieron fuerza a los movimientos con sus canciones; un gran apoyo a la paz. Le dieron voz a todos aquellos jóvenes que no encontraban su lugar en el mundo.

Como acompañante, la música trae a un ayudante llamado Rock & Roll. Este género es el inicio de una nueva perspectiva y voz juvenil; es la manera de comunicar y rebelarse ante los padres, la sociedad, definir su identidad y decir «¡Hey, nosotros también estamos aquí!».  Es definido como:

“Un adolescente cuyo espíritu se niega a envejecer […] representa la rebeldía, cuestionamiento, oposición, diversión, desfogue, destrampe, desplante, relajo, unión generacional y actitud”.

Fue acuñado y adoptado como un estilo de vida por la juventud. Las disqueras necesitaban un representante que hiciera vibrar y fuera acorde con la actitud juvenil. Tuvieron muchos prospectos que querían difundir su música y ser famosos, pero el elegido fue un chico de 21 años proveniente de Tupelo, Misisipi su nombre completo es Elvis Aaron Presley, mejor conocido en el ámbito artístico solamente como Elvis Presley, el Rey del Rock & Roll, destacando con su gran sencillo «Heartbreak Hotel». Aunque a Elvis se le considera el rey por las ventas inconmensurables de discos y el fanatismo que hubo en su tiempo, se debe de reconocer que el verdadero pionero del género es Charles Edward Anderson Berry mejor conocido como Chuck Berry.

El boom de Elvis Presley fue enorme; temas como «Jailhouse Rock», «Burning Love», «Don’t Be Cruel», «Blue Suede Shoes» o «Hound Dog», fueron los que lo catapultaron al éxito rotundo en Estados Unidos. Y no se diga del vibrato, la admiración y la alegría que les dio a los jóvenes británicos, músicos como John Lennon, Paul McCartney, Mick Jagger o Paul Simon (entre otros artistas), quienes fueron inducidos por las llamativas composiciones, el ritmo, la moda y, sobre todo, la sensación de libertad y expresión que les brindaba el género musical.

Los pioneros del Rock & Roll en México

No solamente el éxito de Presley y el Rock & Roll hizo eco en Inglaterra y Estados Unidos, también llegó a México, sin embargo, de una manera bastante particular. “El rock en México comenzó a la mitad de la década de los años cincuenta” , pero no había músicos o compositores que hicieran trabajos originales, solo se traducían canciones como «Jailhouse Rock», «Pink Shoes Laces», «Heartbreak Hotel», «Blue Suede Shoes», «Susie Q» o «High School Confidental» interpretadas grupos o solistas.

Al ser el género de moda, grupos como los Teen Tops, Los Holligans, Las Camisas Negras o Los Rebeldes del Rock covereaban canciones principalmente de Jerry Lee Lewis, Elvis Presley y Chuck Berry traducidas al español, aunque imponiendo su propio estilo. Si bien ellos querían componer o aportar algo nuevo al género, no se les permitía porque las disqueras les decían qué cantar, qué tocar y, principalmente, separó a los vocalistas de sus bandas.

Este último detalle fue el gran detonante y la nueva forma entender el Rock & Roll en México. A partir de que las disqueras comenzaron a separar a los vocalistas de sus bandas, surgieron ídolos como Enrique Guzman (Tenn Tops),  César Costa (Las Camisas Negras) y Johnny Laboriel (Los Rebeldes del Rock), aunque éste último no sería seleccionado para formar parte de los cuatro ídolos del Rock & Roll mexicano. Los elegidos fueron: Enrique Guzman, Alberto Vázquez, Angélica María y César Costa.

De izquierda a derecha. Alberto Vazquez, Angélica María, César Costa y Enrique Guzmán.

De izquierda a derecha. Alberto Vazquez, Angélica María, César Costa y Enrique Guzmán.

 

Ellos marcaron una época en el México de los años sesenta, impusieron maneras de vestir, peinados a lo Elvis Presley, formas de actuar y sobre todo, influyeron en lo que se estaba escuchando en aquel momento, porque al ver que el género del Rock & Roll estaba tomando fuerza, “la radio, los teatros de revista y el cine, decidieron hincarle el diente al nuevo ritmo que puso a bailar a la juventud mexicana  hacia el final de 1956 y durante 1957”, de acuerdo al libro 60 años del rock mexicano.

Cada uno de los grandes del rock se ganó un lugar especial en el corazón del público, pero hay uno en específico que se obtuvo la admiración y el cariño de la sociedad mexicana en cada una de sus producciones musicales, en los diferentes programas de televisión en los que participó, pero principalmente, por la gran humildad y carácter que tiene. Nada más ni nada menos que César Costa.

César Antero Roel Schreurs nació el 13 de agostó de 1941, vivió su infancia en la colonia Condesa y asistía al Colegio Alemán. El acercamiento con la música inició desde temprana edad. Empezó a tocar el violín, enseñanza de su madre.

«Nos dio a cada uno de nosotros un instrumento que escogiéramos para estudiar. Yo escogí piano primero, de jovencito de los 10 a los 12. Y luego yo estudié cuatro años de violín […] Y eso me dio un sentido de la música muy especial.»

(Entrevista a César Costa, Ciudad de México, 26 de mayo de 2013)

Al poco tiempo, fue enviado a Chicago para estudiar allá la preparatoria y perfeccionar el inglés. Sin embargo, en ese viaje el acercamiento hacía la música es aún más grande; cambia el violín por una guitarra y como acompañamiento, introduce su voz. Los cambios siguen, al llegar de Estados Unidos, se cambia de casa a la Colonia Nápoles y ahí encontró a chicos que tocaban instrumentos y sabían cantar, uno de ellos se llamaba Carlos González Loftus.

«Carlos tocaba el ‘tinacordeón’ en el grupo […] es una tina para lavar la ropa, la pones al revés, la montas sobre un tabique para que salga el sonido, le pones un mecate al centro de la tina y con un palo de escoba semeja el sonido de un bajo.»

Regresando a César Costa, él comenzó como vocalista en el grupo de Las Camisas Negras (antes apodados The Black Jeans), gracias a que Carlos González.

«Me invitó a verlos a una audición en una estación de radio. Cuando vi que sacaron las guitarras eléctricas y todo dije esto es lo mío […] Los Black Jeans no tenían cantante, entonces, al salir les dije: ‘oigan, yo toco guitarra y canto ¿Por qué no me dan una audición’. Entonces me la dieron, les gustó y ya entré a cantar con ellos.»

Dile que la quiero

A partir de aquel momento, formó parte del grupo de Las Camisas Negras, sin embargo, solamente estuvo integrado a la banda durante un par de años y únicamente lograron grabar un LP llamado César Costa y Los Camisas Negras. Después de aquel divertido capítulo, su vida paso a ser más emocionante ya que lo llevaría por el camino del estrellato: el camino de solista.

César Roel Schreus cambia su nombre a César Costa gracias a la sugerencia de un amigo de hacerle honor al director de orquesta Don Costa. También crea su imagen y reconocimiento al público no solamente por su forma de cantar sino también por los suéteres tan particulares que portaba en cada una de sus presentaciones.

«Me lo regaló otro querido amigo, Martín. Yo iba a hacer televisión por primera vez y le dije ‘oye, me dijeron que usara un smoking’ y a esa edad, -yo tenía 17 años- ¿qué smoking iba a usar?, entonces me dijo -‘¿Por qué no pruebas un suéter que me que me trajo un tío de Europa, de Suiza?, es para esquiar. Y le dije -‘¿Qué tiene que ver un suéter para esquiar aquí en México?’ -‘Pruébatelo’. Era muy llamativo, amarillo claro con grecas negras al frente. Pues me convenció, me lo puse y fue un éxito total, tanto que los clubes de Kito, Bogotá, me mandaban suéteres.»

Ya que la identidad de César Costa estaba fija ante los medios y la disquera sacó su primer LP llamado Mi Pueblo, en donde se encuentran canciones como «Besos por Teléfono», «Baila Muchachita», «Oye», «Fiebre» y la canción homónima que le da nombre al álbum.

Así, con su incursión en la música con canciones traducidas del inglés al español, con su característico carisma y sus particulares suéteres, se fue ganando el cariño y amor del público, pero también incursionó en el séptimo arte.

Era la época en la que comenzaron a tomar en cuenta a los ídolos juveniles para llevarlos a la pantalla grande y que protagonizaran películas que plasmaban lo que era la juventud en los años sesentas. La juventud se impone (1964), La edad de la violencia (1964), Canta mi corazón (1965) o Como perros y gatos (1969) son largometrajes que incluyeron a los Cuatro Grandes del Rock. Sin embargo, Costa protagonizó una película bastante entrañable y llena de amor. Basada en una canción de 1960, César Costa impone y canta con sentimiento a la sociedad mexicana una melodía entrañable y difícil de olvidar para todo aquello que la haya escuchado alguna vez.

Dile que la quiero o mejor conocida como La Historia de Tommy, está basada en la canción «Tell Laura I Love Her», cantada por Ray Peterson y escrito por el letrista Ben Raleigh y el productor Jeff Barry, quien es autor de muchos éxitos como «Do Wah Diddy«, «Be my Baby», «Chapel of Love» y «Sugar, Sugar«. Es gratificante mencionar a este productor porque fue pieza clave de muchos éxitos llevados al español, por ejemplo, «Be my baby» cantada por el grupo The Ronnetes y en español por Les Surfs llamándola «Tú serás mi baby»; «Chapel of Love» en inglés fue cantada por The Dixie Cups y en español por Mayté Gaos en 1965 y posteriormente por Lucero llamándola «Vete con ella».

Siguiendo esta misma línea narrativa de las traducciones, César Costa cantó la melodía compuesta por Ben Raleigh y Jeff Barry, e hizo un gran trabajo ya que con su voz suave y elegante le dio ese toque de tristeza y melancolía, pero sobre todo de ese sentimiento cuando extrañas y verdaderamente amas a alguien.

Los sesentas estaban plagados de buena onda, del estilo groove y de mucho Rock & Roll. La canción «Dile que la quiero (la historia de Tommy)», tuvo un gran éxito en México, a tal punto que Fernando Cortés decidió realizar una película basada en el principal argumento de la canción: la muerte de un chico por conducir un vehículo de carreras a gran velocidad en una competencia.

El cierre de las notas

La música no solamente es un elemento que se vende muy bien comercialmente, sino que ha sido producto por la misma línea narrativa de los medios de comunicación, promoviendo un mensaje social del que todo mundo tiene que enterarse, y lo tradicional no encaja en sus esquemas versátiles; ella es la causante de muchas nuevas ideologías y nuevos jóvenes efervescentes y rebeldes ansiosos por el cambio.

De ello se desprende que la música se convirtiera en un medio por el cual los jóvenes se podían expresar. En los años sesenta, los jóvenes obtuvieron una voz ante la sociedad, aunque muchos conservadores no querían verlo de esa manera. Con la masificación del Rock & Roll y la suscitación del movimiento hippie, los estudiantes eran mal vistos por la prensa y por ello la música se tomó como un medio alternativo de expresión. Los medios tradicionales no estaban dispuestos a expresar lo que ellos pensaban, pero la música claramente lo haría.

Y esto puede ser porque las canciones que interpretaban sus ídolos musicales creaban cierta empatía y un puente de comunicación entre ellos, porque congeniaban con lo que pensaban, les gustaba lo que componían y los arreglos a sus canciones, generando un discurso que expresa de lo que muchos saben, pero que pocos se atreven a decir.

Finalmente, el Rock & Roll fue la puerta que dio entrada a todas esas expresiones anteriormente prohibidas, olvidadas o jamás vividas. Para mí, el rock esa expresión de libertad y de ser joven. Muchas veces he visto en videos a Angélica María o escucho los éxitos de Enrique Guzmán y César Costa y quisiera haber vivido mi juventud en esos años porque, a pesar de que tenía sus desventajas, la década de los 60 tiene ese espíritu colorido mágico que te induce a bailar y cantar fuertemente, aunque sea solamente en tu imaginación o a mitad de la sala, pero tiene ese poder de querer aprovechar tu vida al máximo.

Y aunque los medios y el gobierno de México llegaron a decir que era despectivo y atentaba contra la moral y la inocencia de los adolescentes y niños, era todo lo contrario. Lo veían de una manera conservadora. Era un género musical completamente diferente a lo que estaban acostumbrados y lo único “malo” pudo haber sido la manera en la que se movían al bailar, porque las letras eran sumamente relajadas y solo hablaban de conquistas y una diversión sana. Tan sólo hay que escuchar el repertorio de Costa, quien solamente habla de enamorarse cuando eres adolescente; o de Enrique Guzmán, que la mayoría de sus canciones hablan de ir a las fiestas y divertirse ¿Dónde está lo malo?

Ese pequeño detalle de no ser del agrado de las personas conservadoras no fue un obstáculo para poder llegar a todos los medios posibles, con un gran impacto en la sociedad. No solo por su instrumentación sino porque era la época de la libertad, ya que anteriormente se vivieron guerras, revoluciones, independencias, y no hubo diversión ni oportunidad de sentirse joven, libre y vivo. La música es lo más bello que puede haber en el mundo, con tan solo unas notas te hechiza, te enamora, te hace vivir.

César Costa en concierto

 

No hay que olvidar que César Costa fue uno de los Cuatro Grandes del Rock & Roll mexicano, apodado el Paul Anka de México. Muchas veces lo comparan con Enrique Guzmán, y aunque no tenía el mismo tono, sí aportaba algo mejor: el carisma y la alegría con la que actuaba, cantaba y sobre todo se dirigía hacia su público. Prácticamente, él trajo las composiciones e interpretaciones del señor Paul Anka a nuestro país y las difundió con gran amor y simpatía.

Recordemos siempre a César Costa y lo que hizo para la música en la década de 1960.

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