Lianna: música, corporalidad y espiritualidad

 

      “Cada día soñaré, cada día intentaré, un día ya no estaré aquí, un día no estarás aquí” Lianna.   

 

El cuerpo es un vehículo poderosísimo, sublime, un templo de la vida que tenemos por derecho propio. Un ser multilingüe por todo lo que expresa a través de su semblante y textura, por su manifestación frente al amor, dolor, excitación, preocupación, empatía o frialdad; siempre hablándonos con su infinito movimiento, aunque no lo notemos. Si hay esperanza nos habla, si hay incertidumbre también. Por eso es importante aprender a escucharlo. Nuestro cuerpo es el mensajero leal de toda armonía y caos que hay en nuestra conciencia y espíritu; sabe y guarda todo lo que hemos entregado, reprimido, anhelado, perdido y sanado.

Misterioso por su belleza, pero sobre todo por su cualidad de radiar energías potentes de diferentes formas que han sido descubiertas y practicadas desde hace siglos, una de ellas es la conexión impecable entre la música y el movimiento: la danza.

Esta es una de las artes más antiguas de nuestro mundo, con el poder de evocar al cuerpo y expresar secretos que están dentro de lo que llamamos alma, es decir, en lo más profundo de nuestra persona. Sabemos que ha sido una manera de unir lo terrenal y lo divino, lo sagrado y lo profano; danzar para recibir la vida y para despedirla, para salvar y maldecir, para la abundancia y el festejo, danzar para huir o entregarse a las fuerzas ocultas de la naturaleza. La danza es una descarga y expresión energética para encontrarse consigo mismo y con la otredad.

Para esta ocasión, después de un tiempo de ausentarme, elegí hablar de nuestro cuerpo, la danza y una mujer con una fuerza vocal inigualable, quien mezcla, precisamente, su música con su baile particular y natural que lleva dentro.

Juliana Valentina Toro Velásquez es una compositora y cantante de la trifurcación del neo soul, R&B y el rap, mejor conocida como Lianna. Radicada desde los 5 años en Bogotá, Colombia, una mujer de 37 años que ha logrado hacer con su voz y movimientos cosas hechizantes.

“Hoy me quedo aquí, porque otro sitio así no hay” es un fragmento de su canción Me quedo aquí, el cual me remite a nuestro santuario: el cuerpo, el mejor lugar para estar.

 

Ya tiene unos años que escucho a Lianna, mujer que le canta a todas las emociones que viajan y se manifiestan en el cuerpo, desde la más eminente hasta la más tormentosa; sus letras nos permiten conocerla y conocernos. Su diversidad vocal hace que nos sorprenda en cada canción y nos deleite con combinaciones como el neo soul, jazz, blues, R&B, rockabilly, bossa nova y el hip hop, uno de sus favoritos por el vínculo y entendimiento que le crea con ella misma.

De allí que tenga influencias con grandes leyendas latinoamericanas como  Mercedes Sosa, Violeta ParraJoan Manuel SerratJorge CafruneAtahualpa Yupanqui y otras voces imperdibles como las de Jill Scott, Lauryn Hill, Erykah Badu, Aretha Franklin, Mos Def, Tupac, Biggie Smalls y Wu Tang Clan, muchas de ellas escuchadas por el interés del rap así como de voces femeninas con bastante poder.

Lianna le agradece a su familia por haberle transmitido ese amor y respeto por la música, por las enseñanzas de perseguir sus sueños y de luchar y hablar de las cosas injustas que pasan cotidianamente. Quizá por ello lo que más aprecia de la música que hace y escucha es la honestidad, es decir, que emerja de nuestra parte izquierda del pecho: el corazón.

En todos los trabajos audiovisuales de sus canciones se pueden observar 3 cosas que hacen el triángulo perfecto como instrumento transportador a lugares sensitivos, dinámicos y eléctricos.

La primera es su voz divina y versátil con la que nos sube y baja las emociones, la segunda es toda la producción audiovisual, es decir, a mi criterio tiene excelentes mezclas de beats, locaciones, vestuarios, fotografía y edición, y la tercera es su esencia tan natural y apasionada en todos sus movimientos corporales, no sólo cuando baila o hace coreografías, sino que todo el tiempo envía mensajes con sus manejos en el cuerpo y no es que otros artistas no lo hagan pero en ella percibo algo peculiar y mágico en su simbiosis música-danza.

Quizá tiene mucho que ver que desde joven también le ha dedicado mucho tiempo a la danza. En el pasado estuvo dando clases de tango, street jazz, hip hop y danza contemporánea; incluso tengo entendido que ella es la que pone las coreografías para sus visuales. Lianna lleva la danza a todas partes de su vida, sabe por experiencia que es, al igual que la voz, una forma de liberar y explorar nuestros más oscuros y luminosos componentes.

En nuestra historia como mujeres la relación con nuestro cuerpo ha sido conflictiva en alguna etapa de nuestra vida o permanentemente, por todos los tabúes que existen, en sí, el cuerpo ha sido un espacio complejo por todas las uniones que pueden emerger en términos de estrategias de dominación y liberación, de razonamientos sociales y por todas las experiencias individuales que a veces ni podemos explicarnos.

Por eso desde nuestros ancestros, se dice que es necesario buscar una relación de equilibrio, seguridad y respeto con nuestro cuerpo y aprender a reconectar con nuestro yo físico, a gobernarlo y a expresarnos con mejor autodeterminación. La danza es una de las vías más viejas y sabias que existe para la búsqueda de este empoderamiento por su cualidad integral de conectar con nuestras mayores profundidades y la capacidad de remover escombros energéticos que ya no necesitamos.

Para mí, el baile, más allá del entretenimiento, es un instrumento de conocimiento y sanación. Tengo el recuerdo y sensación viva que desde niña uno de los lugares más seguros para mí es cuando bailo. Pero no hablo de esos bailes en las fiestas familiares o con amistades, se disfrutan, sí, pero hablo de bailar de una forma más real por así decirlo, tú y el universo, esa danza cuando logras conectar contigo misma y con energías más allá de ti. Se siente como si estuvieras sacando un súper poder que no conocías de ti, nadie te puede vencer en ese momento, nadie te puede lastimar en ese momento, estás en el presente sintiendo que estás viva, que estás aquí con fuerza y peso.

Y necesariamente es hacerlo en soledad, en ceremonias o algo similar, se puede hacer en cualquier circunstancia, solo es dejarte conectar y transportarte al lugar del que hablo.

Sin el cuerpo no existirían todas las emociones y sentimientos de ingravidez que hemos conocido; nos guarda, protege, apoya y aviva el espíritu que llevamos dentro.

Lianna a mi parecer conoce muy bien la experiencia cuando la música y el baile te transportan a otro nivel energético. Incluso en las fotografías que sube a través de sus redes sociales emite mensajes con el movimiento de su cuerpo que hizo un segundo antes de tomar la foto. Es lo que más me conecta de ella, su esencia corporal.

Empezó su carrera a los 16 años cuando su mejor amiga la contacto con unos artistas raperos que buscaban a una mujer para los coros. De allí Lianna fue mostrando su talento y abriéndose muchas puertas hasta llegar a grabar su primera discografía y ganarse el cariño y respeto por la escena del hip hop, así como de otros espacios.

También ha estado presente en la participación política, mandado siempre mensajes de solidaridad en las luchas sociales. Hace unos meses interpretó una canción junto a Briela Ojeda y La Muchacha en el metro de Medellín, Colombia sobre el paro nacional que se vivió, titulada “Aquí la gente para, el Estado dispara”.

Y hablando sobre el contenido de sus letras, es muy constante que hable sobre el amor, el propio y el que compartimos con los demás.

Mencionó en una entrevista:

“A las mujeres siempre nos están amarrando en esa vuelta romántica, de sacrificio (…) Entonces en mi música yo me he cuestionado que yo no quiero amar así, ¿Por qué tengo que amar así?”.

Me siento libre en este cuerpo, cuando canta, cuando baila, cuando se levanta, sentir cómo se conecta la piel con el alma” es un fragmento que describe justamente lo que les vengo hablando.

Para Lianna los efectos agridulces que nos ocasionan todas nuestras emociones hacen que la vida sea más cautivadora, además de que nos hacen crecer y nos fortalecen.

Como nota última, a Juliana le gusta tener vínculos con los animales de una forma íntima como a mí, perdió a su papá hace tiempo y ha sido una gran ausencia como la que he sentido yo con la pérdida de mi segunda madre; me reflejo en eso con ella. Me parece una mujer empática, creativa y que sabe cómo utilizar sus talentos para sanarse a ella misma: escribiendo, cantando y bailando. Una poción tripartita para el alma.

El cuerpo femenino tiene un poder místico, lleno de sabiduría con sus mil y un formas, colores, tamaños, texturas y peculiaridades. Nuestro cuerpo es nuestra casa y debemos cuidarlo como tal.

Discografía: 

– LIANNA EP (2008)

– Paciencia (2012)

– Como El Agua (2018)

– En la banda Pulenta (Disco «Golpe Al Mundo», 2015)

– En la banda Transatlánticos (Disco «First Trip», 2012)

www.liannamusic.com

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