Un año más y en este lapso nos hemos adaptado a circunstancias a las que nunca antes nos habíamos enfrentado. Por lo mismo, es natural ver al pasado y recordar tiempos distintos.
Hace años me compartieron la idea de que cuando hacemos cosas aparentemente contradictorias en nuestra vida, es resultado de la búsqueda constante de equilibrio.
Cuando era pequeña hubo un momento en que me llamaba la atención mucho de lo que escuchaba y por lo mismo me gustaba, pop y lo que en ese momento conocíamos como heavy metal, era mi dieta acústica habitual.
Sin embargo, siempre fue aquello en donde había más «ruido» lo que prefería
Ya desde entonces me hice sensible a la idea de que había música buena y mala, o que había gustos más aceptables que otros, poco a poco fui dejando el pop de lado y poco a poco fui centrándome solo en esas cosas que eran «underground» o «alternativas».
Año con año y cada año más, fui liberándome de la idea que postulaba la existencia de música aceptable o no. Del otro lado del péndulo, descubrí que la música no tiene por qué ser un placer culposo, a uno le gusta lo que le gusta y lo disfrutamos porque de cierta forma nos identificamos con ello.
Paulatinamente acepté música que si bien cuando niña me gustaba, sentía una culpa enorme al escucharla.
Sin embargo, también existe toda esa música que es importante para mí porque la compartí con mis hermanos en diferentes puntos de la vida. De alguna forma, esa música no sólo es un punto de comunión, sino que también fue un medio por el cual he expresado mi identidad.
Hace dos años, mi artista más escuchado fue Hatari mientras que el pasado fue Rosalía, en ambos casos la idea fue escuchar la música por el placer que me causa y no por el valor que le asignan los demás.
No sé cómo se reflejará mi consumo musical en este año, pero ahora estoy abierta a poder experimentar sin juicios de valor que no tendrían que ver con los artistas, los ritmos que crean o las historias e ideas que comparten.
En estos años de vida, lo único que podría recomendar a todos es que si tienen la oportunidad de escuchar algo y apreciarlo sin tener una idea previa o juicios sobre lo que van a escuchar, lo tomen. Tal vez les sorprenda lo que encuentren de sí mismos o la música nueva que puedan descubrir al dejar de cerrarse porque algún artista tiene un hit que ya los hartó o canta alguna canción de un ritmo que no es lo suyo.
Adaptación: fin de año sin la familia – Lola Corazones
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