Más que audiófilo o coleccionista, melómano

Me considero melómano porque me gusta la música desde siempre, los discos de todos los tiempos, desde música escrita hace casi mil años por Hildegarda de Bingen o Perotin, hasta el último lanzamiento de DJ Krush con Jinmenusagi.

Escucho solistas, grupos y compositores de muchos estilos y rincones de la ecúmene. Siempre busco sonidos que me emocionen y me inspiren. Me entusiasma encontrar discos raros, covers de calidad, piezas fabulosas con las que nunca habían coincidido mis oídos.

He asistido a conciertos de muchos tipos y sabores; de artistas locales e internacionales; muchas veces sin haberlos escuchado anteriormente. Me gusta investigar sobre el contexto en el que se desarrolla y evoluciona la música, el marco histórico y el significado cultural de aquella que escucho. Cuando creo que vale la pena, también investigo extensamente sobre las biografías de sus creadores.

Creo que también es por mi fuerte afición a la música que me atrevo a hacer la propia; a remixear y a mezclar la de otras y otros. La música tiene la capacidad de conectar con las personas, de crear recuerdos y de transmitir emociones profundas, por eso disfruto compartir mis descubrimientos. Esto me ha llevado a tener más de un proyecto al aire en la radio, un blog, columnas musicales, podcasts y sesiones grabadas.

Para mí, lo más importante es la escucha profunda, la completa y total atención a la música; ya sea en la pista de baile, en un concierto o escuchando un disco. No es fácil de conseguir, pero en todo caso lo mantengo como un paradigma de la experiencia musical.

El audiófilo

Ser un audiófilo seguro tiene momentos gratificantes, pero se está destinado a transitar un camino interminable donde el sonido en su estado más fiel, rico o altamente personalizado es el objetivo. Esto presenta varias dificultades.

En primer lugar, la inversión económica puede ser muy considerable. Los equipos de alta fidelidad son caros, lo que puede llevarte a gastar mucho dinero en altavoces, amplificadores, tornamesas, cápsulas, agujas y audífonos de alta gama. Y aunque hay artículos por menos de $1,000 USD, también podemos encontrar altavoces de hasta $75,000 USD, esto para darnos una idea de por dónde va la cosa.

Por otro lado, muchos no consideran la insonorización, que puede resultar una mejor inversión para empezar. Además, no saber distinguir el grano de la paja y que no todo lo que brilla es oro, puede resultar en un gran dispendio.

Otra dificultad es el tiempo y la dedicación que requiere la práctica del audiófilo. La puesta a punto y el mantenimiento del equipo, así como adquirir el conocimiento sobre grabaciones, formatos y códecs óptimos puede consumir muchas horas. Esto suele alejar a algunos de disfrutar de la música misma y a ocuparse más del sonido a un nivel técnico.

Finalmente, siento que el hecho de tener estándares tan altos, puede dificultar la apreciación de la música en contextos menos ideales, como en los conciertos o al escuchar grabaciones con deficiencias de origen. Esto puede llevar a una desconexión con la música y con los demás, a perder la espontaneidad y el placer que esta debería aportar.

Aunque la afición por el audio puede ser apasionante, también conlleva desafíos que pueden afectar la experiencia general del oyente. La búsqueda constante del «sonido perfecto» puede convertirse en una obsesión, generando frustración y ansiedad si no se logran los resultados deseados.

El coleccionista

Coleccionistas hay de muchos tipos, como lo señala Discogs, la base de datos y tienda para coleccionistas más grande de la red. Están los que compran un poco de todo, los que compran absolutamente cada artículo de su banda favorita, los que buscan las primeras ediciones o los que están creando un verdadero archivo musical para la posteridad.

Ser un coleccionista de discos conlleva muchas cuestiones.

Primero, el espacio es un factor crítico. Acumular discos puede requerir una cantidad considerable de almacenamiento, lo que puede resultar complicado en hogares pequeños. Habrá que contemplar la inversión económica, ya que algunos discos, especialmente los raros o las ediciones especiales, pueden ser muy costosos.

Otro aspecto a tomar en cuenta es el mantenimiento y cuidado necesarios para preservar los discos en buen estado. La limpieza, el almacenamiento adecuado y el manejo delicado son esenciales para evitar daños, lo que demanda tiempo y esfuerzo.

Por último, la búsqueda de discos específicos para completar una colección puede convertirse en una tarea a menudo agotadora. Especialmente si se busca en tiendas de segunda mano o en mercados en línea, donde la disponibilidad y el estado pueden ser inciertos. A pesar de estas desventajas, muchos coleccionistas encuentran que la experiencia compensa los inconvenientes.

Considerando esto, pienso que mi vocación es de melómano precisamente.

No es que no prefiera siempre escuchar la música con la mejor calidad de audio posible; que no trate de utilizar lo mejor posible los recursos con los que cuento y que no me entrene para tener un oído crítico. No soporto escuchar música en la bocina del celular, ni siquiera uso audífonos bluetooth, pues salvo en contados casos, comprimen la señal de audio.

Claro que me llaman la atención las increíbles ediciones de discos en distintos soportes físicos, acompañadas de preciosas postales, librillos y cajas con relieve. Pero un tesoro musical se puede encontrar en una tienda de discos usados, en un tema inédito que te comparte un amigo o en plataformas digitales como bandcamp o Free Music Archive, en las que, bajo modelos y visiones distintas, los artistas independientes comparten y/o venden su arte.

Así que, aunque no me defina como audiófilo ni como coleccionista, mi pasión por la música no la puedo controlar. Como tú, soy un melómano en constante búsqueda.

Sobre el autor /

Gusto de hacer composiciones, sonidos, compilaciones, mezclas sonoras y grabaciones de campo. Adicto a la música.

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