Sin éxito he rehuido al vacío,
le he reprochado al destino,
le he rogado devolverme la sonrisa
que algún día reflejaron los espejos.
Hace tiempo que no lloro,
no tengo motivos –pienso-
(no tengo ganas ni de eso);
me aterra, sin embargo,
haber perdido aquello que nos hace humanos.
No pasa nada,
lo dice el silencio pegado en mi boca,
pisoteado por voces impacientes
que hablan de ellas y sólo de ellas,
porque aquí no pasa nada.
Aquí no hay palabras,
yacen bajo tierra
semillas envueltas en tela de tristeza,
ocultas con la promesa de abrirse paso
al llegar la primavera.
¿Son mis ojos de vidrio polarizado?,
¿será que ahora domino el arte del engaño?
¿Hace cuánto que mi silencio es invisible?,
¿o acaso es que aquí, de verdad, no pasa nada?
Pienso que aquí no pasa nada
pero en las manos he reunido diez inviernos,
el frío necesario para sofocar el incendio
que cada noche me quema el pecho.
Aquí no pasa nada –insisto-
o es quizá que pasa todo
y yo sólo resisto.
El Veneno
Marlango
Technicolor (2018)