María Elena Walsh vivó desde la infancia con estímulos artísticos multiculturales. Su padre, un ferroviario inglés, tocaba el piano para ella, entonando la música tradicional de su tierra.
La impronta de las nursery rhymes y de los limericks que Don Enrique compartiera con su hija, serían una influencia definitiva en su producción literaria y musical.
María Elena tuvo un gran amor por los libros, fueron su inspiración y su refugio. “La lectura es la madre de todos los vicios», decía. Y fue en ellos, en los libros, donde aprendió a romper las reglas para divertirse, soñar y fabricar un mundo nuevo.
Jugó con las palabras, con los sonidos y con la musicalidad. Era experta en divertirse con la materialidad sonora de las palabras, en hacer poesía con tendencia al humor absurdo, descartando la supervalorada característica pedagógica de la “literatura infantil”, llevando este género a sitios insospechados.
Creo que escribir para chicos fue una tarea de reconciliación con el paraíso perdido, una búsqueda de raíces, otro viaje en el tiempo
María Elena publicó su primer poema a los 15 años. Fue una poetiza precoz que no tardaría mucho en mostrar la avidez que tenía por descubrir/reinventar el mundo. Viajó a EUA y un semestre después volver a casa no fue lo mismo.
El siguiente viaje fue a París, ciudad que la llenaría de experiencias, de ideas frescas e innovadoras que llevaría consigo de regreso a la Argentina donde publicó su primer libro infantil: Tutú Marambá, rima divertida y disparatada que desafía toda lógica adulta.
Sólo María Elena podía insertar pensamientos críticos sobre la realidad adulta. Entre cantos y poesías hablaba de “La vaca estudiosa”
Música para niños, pero con mensajes para las madres. Ojalá que todas desearan, como la vaca, conquistar el mundo académico sin importar la edad y las absurdas limitantes impuestas. “Pocos serán los hijos acostumbrados a ver -e imitar- a su santa madre dedicada a la lectura, a respetar lo que significan concentración, paciencia y soledad “
María Elena, siempre fiel a sus principios, supo hacer que su pluma y su voz, magistral y valientemente combinadas, hicieran cosquillas al poder que le censuraba por no apegarse a las reglas, por decir lo que opinaba sobre la pobreza intelectual que provocaba el gobierno vigente de la Argentina de los años 20 del siglo XX
En cada uno de sus más de veinte libros publicados, invitaba a los humanos -sin importar su estatura ni su edad biológica- a cultivarse en profundidad, a volverse “viciosos” de la lectura, a ser inspiración de otros a partir de experimentar la poesía, la literatura y el canto como formas de enfrentar la vida.
María Elena, como la cigarra que resucitó de todas las embestidas de la vida, salió cantando del cáncer, salió cantando y escribiendo con contundencia de aquel maremágnum represivo que la vetó por años. Y seguirá cantando.
SAM
4 años agoGracias por compartir hermosa Hellen. Te abrazó.
Angélica
4 años agoEs suave y dulce leer y escuchar este artículo. Saludos Hellen Linda