El pasado 12 de noviembre fue cumpleaños 75 de una de las leyendas vivas más importantes en la historia de la música: Neil Young “El padrino del grunge”.

Neil Percival Young es, probablemente, uno de los artistas canadienses más influyentes en la escena musical y estuvo en boga tanto en 2016 como en 2020, gracias a que Donald Trump eligió la canción Keep on Rocking in the Free World como estandarte desde que se presentó como candidato a la presidencia estadounidense por primera vez en junio de 2015 en la Trump Tower (Nueva York).

En aquella ocasión, Young reaccionó con un “FUCK YOU, TRUMP” al final de un concierto, donde cerró con la icónica canción que ha sido retomada y reinterpretada por bandas como Simple Minds, The Alarm, Bon Jovi, Suzi Quatro o Pearl Jam. Sin embargo, como es usual en Trump, ignoró las reiteradas peticiones de Young sobre no usarla para fines electorales, aunque después reculó en 2016 al ser amenazado en ser expulsado de Estados Unidos y le permitió usarla. Sin embargo, en la campaña de 2020, finalmente, Young lo demandó.

Pero, ¿Por qué me parece tan escandaloso, más allá de las ideologías encontradas de Young y Trump, que el expresidente use exactamente esa y no otra canción?

¿Qué es el «Mundo Libre»?

Si analizamos hoy el nombre de la canción, “Sigamos/permanezcamos rockeando en el Mundo Libre”, las especulaciones pueden resultar escandalosas. ¿Qué es el “Mundo Libre” hoy en día? Ondear como bandera electoral tal frase en pleno siglo XXI, resulta en un anacronismo terrible, si se toma de forma literal. Teniendo en cuenta que el término se acuñó durante la Guerra Fría, cuando Occidente y, en específico, Estados Unidos, se nombraba a sí mismo como un mundo de libertad, a diferencia del bloque socialista liderado por la entonces URSS.

El término Free World fue utilizado por primera vez por Winston Churchill en su discurso en la Westminster College (Fulton, Missouri) en marzo de 1946, para señalar el “Telón de Acero” que dividía al mundo a partir de entonces, creando una línea desde Stettin (Polonia), hasta Trieste (Italia), separando así a un Occidente imaginario e impuesto, de una Europa Central y Oriental que se encontraban lo que Churchill llamó la “esfera soviética”. El mundo se preparaba para un nuevo conflicto militar.

Y sí, el mundo se dividió en dos bloques: el capitalista u occidental y el bloque socialista, permeando en cada una de las esferas políticas, sociales, culturales, etc. Basta ver a los superhéroes y súper villanos creados en esa época: Capitán América, Tony Stark y Watchmen en la época tardía enfrentaban a terribles comunistas como El Hombre de Titanio del universo de Marvel o KGBeast y NVKdemon, de DC.

La guerra cultural e ideológica entre ambos bloques abarcó cualquier tipo de manifestación artística y, la música, era por supuesto un objetivo importante, al igual que el cine. No hay que olvidar las listas negras de Hollywood, que tenían por objetivo eliminar todo tipo de “amenaza comunista”. El arte estaba cooptado, había que ser cuidadoso con el discurso si se quería llegar a la mass media; sin embargo, siempre hubo quienes trascendieron las prohibiciones y lograron hacer canciones que resultaron himnos que son utilizados hasta hoy.

Ese es el caso de Neil Young.

El padrino del grunge

Neil Young nació en Toronto, Canadá en 1945. Buen año, si pensamos en que terminaba la Segunda Guerra Mundial; pésimo, si pensamos que no circulaba aún la vacuna contra la poliomelitis, que lo alcanzó tras uno de los brotes más agresivos alrededor de la primera mitad de los años 50 y que, junto con la diabetes infantil, hicieron que su infancia transcurriese entre hospitales, médicos y rehabilitaciones dolorosas. Literalmente, debió aprender a caminar de nuevo a los 6 años.

Hijos de un periodista y una ama de casa, Neil y su hermano se mudaron muchas veces con su familia a lo largo de su infancia. Uno de los lugares que más lo marcaron fue Florida, donde descubrió la música de Elvis Presley, Fats Domino, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, Marty Robbins, Chuck Berry y Ray Price. A pesar de ser una estancia corta, la música que conoció imprimió una gran influencia posterior. Con 12 años, se instaló junto a su madre en Winnipeg, Manitoba y ahí empezó a tocar el ukulele, que cambió después por una guitarra eléctrica.

Como sucede, comenzó a rodearse de personas con los mismos intereses, formó The Jades y abandonó la escuela para irse de gira a bares folk con su primera banda oficial: The Squires. Aunque no le iba mal y escribió un par de canciones exitosas, Young se mudó a Los Ángeles con Bruce Palmer, un bajista con quien tenía el proyecto de formar una nueva banda. Fue así como conocieron a Stephen Stills, Dewey Martin y Richie Furay para crear Buffalo Springfield, la icónica banda de folk rock.

The Buffalo Springfield

 

Neil Young and The Squires

A pesar del éxito de la banda, Young tenía aspiraciones en solitario, así que en 1968 se separó del grupo y presentó su primer disco: Neil Young. El segundo fue Everybody Knows This is Nowhere en colaboración con Crazy Horse.

No obstante, después se reencontró con Stills y junto con David Crosby y Graham Nash formaron CSNY. Juntos participaron en Woodstock y en el 70  protestaron por la masacre ocurrida en el Universidad de Kent (que abordaremos en un artículo posterior), creando la canción Ohio.

Young empezaba así una larga participación política por medio de la música, como puede verse en Southern Man o Heart of Gold. Sin embargo, el momento más icónico de esa faceta fue hasta finales de los 80, justamente cuando escribió Rockin’ in the free world.

Crosby, Stills, Nash & Young

 

1989

Mientras en Estados Unidos, George H. W. Bush juraba como presidente en enero, en Brasil ocurrían las primeras elecciones democráticas tras casi 30 años de dictadura. En ese año murieron Salvador Dalí y el emperador japonés Hirohito; nacieron Chris Brown y Taylor Swift; los Rolling Stones estrenaban Steel Wheels, Soda Stereo su álbum Languis y, el 9 de noviembre cayó el Muro de Berlín. Todo en un rarísimo combo breaker.

En ese ambiente enrarecido, Young se encontraba de gira con The Restless y estando en San Francisco, uno de los periódicos locales reportaba la quema de banderas estadounidenses por ciudadanos iraníes. Estados Unidos estaba en los primeros encontronazos con Irán, que luego resultarían en la Guerra del Golfo. Los estadounidenses no eran bienvenidos y lo hacían saber abiertamente al mundo.

A la banda les habían cancelado recientemente una gira por la Unión Soviética y, al ver las tensiones con el Ayatola Jomeini y aquellas imágenes tan impactantes, Frank “Poncho” Sampedro, guitarrista de Crazy Horse dijo: “we’ll have to keep on rockin’ in the free world» («será mejor que nos mantengamos rockeando en el mundo libre”).

La frase sacudió a Young y juntos, escribieron una de las canciones más importantes de crítica social al recién estrenado gobierno de Bush:

There’s a lot of people sayin’ we’d be better off dead. Don’t feel like Satan, but I am to them.

“Hay gente diciendo que estaríamos mejor muertos. No me siento Satán, pero lo soy para ellos”, dice la canción, haciendo referencia a las palabras del Ayatola que había bautizado a Estados Unidos como “El Gran Satán”.

We got a thousand points of light for the homeless man. We got a kinder, gentler machine gun hand.

“Tenemos mil puntos de luz para el vagabundo. Tenemos una ametralladora más amable y suave”. La famosa frase inaugural de la campaña presidencial de George Bush, hablaba de aquellos voluntarios que, juntos, formaban «una brillante diversidad esparcida como estrellas, como mil puntos de luz en un cielo amplio y pacífico». Años más tarde, encabezaría la llamada Operación Tormenta del desierto.

Con el tiempo, la canción se ha ido resignificando, pero nunca perdiendo vigencia. Se ha tomado como estandarte en diversas luchas sociales o como un himno sobre la libertad, pero imaginemos por un momento este estribillo:

I see a woman in the night with a baby in her hand. There’s an old street light near a garbage can and now she put the kid away and she’s gone to get a hit. She hates her life and what she’s done to it. There’s one more kid that’ll never go to school, never get to fall in love, never get to be cool.

 

“Veo a una mujer en la noche con un bebé en su mano. Hay un viejo semáforo cerca de un cubo de basura y ahora guarda al niño y se ha ido. Odia su vida y lo que ha hecho de ella. Hay un niño más que nunca irá a la escuela, nunca llegar a enamorarse, nunca llegará a ser cool.

Ahora, imaginemos esas palabras en Trump.

El término Free World hoy es utilizado como un estandarte del mundo libre de hambre, violencia, soledad, pero no en términos políticos, sino humanos. Un mundo donde sería inaceptable ver redadas de migrantes, muros en las fronteras, niños en jaulas separados de sus padres, así que: ¿Cómo te atreves, Donald Trump?

 

 

Sobre el autor /

Cuenta-cuentos de historia, música y cine. Apago fuegos con gasolina.

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