Closer de Joy Division: la sombra que nos ilumina
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Love will tear us apart
Conocí a Joy Division y a Closer en diciembre de 1999, en la lista de Los 100 mejores discos del siglo XX de la fresísima revista Switch, justo a tiempo para no terminar el milenio sin saber de ellos. Tenía 18 años, cursaba el primer semestre de Ciencias de la Educación y, a pesar de ello, tal como ahora, no tenía ni idea de que iba a hacer con mi vida.
En marzo de 2003, la revista La Mosca en la Pared publicó su lista con lo mejor y lo peor de 2002 y, en sus páginas centrales, la sección “La nueva música clásica”, firmada ese mes por Rogelio Flores, hablaba del legado de Closer en términos elogiosos como “uno de los pocos discos en la historia del rock que verdaderamente pueden considerarse objetos de culto”, en una época en la que pocos definían este sonido como post-punk y muchos como gótico.
Aún así no los escuché sino hasta 2005, cuando encontré por primera vez en Pachuca copias piratonas de las compilaciones Permanent y Substance. De inmediato se convirtió en mi banda favorita, mi non plus ultra, así lo ha sido durante 15 años y es posible que lo sea hasta que muera. Y el pico más alto de esa breve y meteórica carrera es, sin duda, su álbum Closer, que hoy, 18 de julio, cumple 40 años.
ÍNDICE: 1. Love will tear us apart (Introducción), / 2. Transmission (Formación de la banda) / 3. Shadowplay (Producción de Closer) / 4. Colony (Génesis del post-punk) / 5. Atrocity exhibition (Manchester en los años setenta) /
6. Insight (Martin Hannett) / 7. Disorder (Grabación 1) / 8. Heart and soul (Grabación 2) / 9. These days (Miembros) / 10. The sound of music (Joy Division en directo) /
11. Incubation (Grabación 3) / 12. Atmosphere (Lado A de Closer) / 13. Dead souls (Lado B de Closer) / 14. Something must break (El sonido de Closer) /
5. A Means to an end (Vida de Ian Curtis) / 16. Twenty four hours (Epilepsia y depresión de Ian Curtis) / 17. The eternal (Suicidio de Ian Curtis) / 18. Isolation (Retrospectivas sobre la muerte de Ian) /
19. New dawn fades (Legado de Joy Division) / 20. Passover (Influencia de Joy Division hasta hoy) / 21. Decades (Legado de Closer) / Fuentes.
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Transmission
Joy Division siempre fue una banda sui-generis, que incluso en su momento sonaba a pocas cosas preexistentes. Si rastreamos sus influencias directas, hallaremos un puñado de grandes: David Bowie, The Velvet Underground & Nico, Iggy Pop and The Stooges, Sex Pistols, The Doors, Kraftwerk, Neu!, Can, Siouxsie and the Banshees, Neil Young, Nick Drake y, quizá, algunos más. Mientras que en la parte lírica sus influencias literarias serían Borroughs, Ballard, Nietzsche, Kafka, Sartre, Eliot, Hesse, Gogol, Dostoyevski, así como un montón de ciencia ficción.
Bernard y Peter, junto con Terry Mason (quien después se iría), formaron la banda después de asistir a un concierto de Sex Pistols. Pronto, el desarrollo de su sonido los colocó entre los pioneros del movimiento post-punk. Más tarde Ian fue incorporado como vocalista. Stephen llegaría al final, en agosto de 1977, en sustitución del “inestable” baterista Steve Brotherdale.
Antes de Joy Division, estos chicos de Manchester se llamaron Stiff Kittens y posteriormente Warsaw, nombre con el que se dieron a conocer en el circuito local. A finales de mayo de 1977 debutaron como abridores de Buzzcocks. La banda se renombró Joy Division a principios de 1978, tomando prestado el provocador nombre del ala de esclavitud sexual de los campos de concentración nazis donde obligaban a las mujeres judías a prostituirse.
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Shadowplay
Por esta misma época el fundador de Factory Records, Tony Wilson, incorporó a Jon Savage como periodista del sello y a Martín Hannet como productor. En mayo de 1978 grabaron su primer disco, en septiembre tuvieron su primera aparición en televisión, interpretando “Shadowplay”. En un año hicieron todo lo posible para reformar su sonido y hacer un álbum único e irremplazable, distinto a cualquier cosa hecha hasta ese momento.
Closer fue producido y grabado por Martin Hannett para el sello Factory en marzo de 1980 en el estudio de grabación Brittania Row en Londres, originalmente construido por Pink Floyd, donde New Order grabaría posteriormente. Hannet, junto con John Caffery, fue también el ingeniero de audio.
El sobrio diseño de portada es obra de Peter Saville, Martin Atkins y Chris Mathan, a partir de una fotografía de la tumba de la familia Appiani en el Cementerio Monumental de Staglieno, en Génova, tomada por Bernard Pierre Wolff. El LP fue lanzado el 18 de julio de 1980, dos meses después del suicidio de Ian Curtis, y alcanzó el número 6 en la lista de álbumes del Reino Unido y el número 3 en Nueva Zelanda. También fue reconocido como el álbum del año por la emblemática revista NME.
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Colony
No podemos entender la historia de Joy Division sin su contexto. Según Jon Savage, el crítico musical y biógrafo más importante de la agrupación, testigo de primera mano de los acontecimientos en torno a ella desde 1977 hasta 1980, “Joy Division no era punk, sino que se inspiraba directamente en su energía”, la interiorizaba a través de una música poco apreciada en ese momento, de atmósferas lúgubres llenas de una paradójica belleza, incluso sensualidad; esto gracias a la habilidad de los músicos Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris y al buen oído, carisma, elegancia y lirismo de su vocalista, Ian Curtis.
A Lawrence Grossberg, el post-punk siempre le pareció “una interrupción dentro del rock”, caracterizado por la desesperación, la frustración, la ira y el rechazo de la posibilidad del orden y la comunidad. El resultado, decía, “es una música extrañamente distante y, sin embargo, enérgica y afectiva”, caracterizada por su asalto conceptual a las convenciones y estéticas tradicionalistas y hegemónicas del rock.
Imbuidos con una sensibilidad punk y vanguardista, y dispuestos a romper con los clichés de su momento, los músicos experimentaron con estilos como el funk, el dub, el noise, el krautrock, la electrónica y el jazz, así como algunas ideas del arte, la política, la filosofía, el cine y la literatura.
La primera vanguardia post-punk estuvo representada por grupos como Siouxsie and the Banshees, Wire, Public Image Ltd, Pere Ubu, Talking Heads, Devo, Gang of Four, The Cure, The Fall y, por supuesto, Joy Division, estrechamente emparentados con los géneros gótico, neo psicodelia, no wave e industrial. Los artistas buscaron rechazar la distinción común entre alta y baja cultura a través de temas como la alienación, la represión y la tecnocracia.
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Atrocity exhibition
Otro aspecto importante es su ciudad: el escenario sobre el cual toman sentido las canciones. Manchester era, para los ingleses, la ciudad donde inició la revolución industrial. Sin embargo también era un lugar sucio y viejo que, con el progreso, atrajo para sí muchos males modernos.
Manchester poseía, en los setenta, zonas como Angel Meadows, recuerda el músico CP Lee, “así llamada porque enterraban allí a los muertos en un terreno tan poco profundo que, cuando llovía, se erosionaba y empezaban a asomar los huesos”, más otras curiosidades como el Canal Marítimo con conecta a la ciudad con Liverpool y el puerto a 50 kilómetros.
Para Bernard Sumner el asunto iba más allá de un modo poético: “no creo que llegara a ver un árbol hasta que cumplí los nueve años. Estaba rodeado de fábricas y no había nada que fuera hermoso, nada. Así que aquello te producía un increíble anhelo por las cosas bellas”.
Jon Savage apuntala estas ideas: “[Tony] Wilson me envió Unknown Pleasures para que lo sacara en Melody Maker. El disco me hizo entender la ciudad. Era claustrofóbico, muy emocional, pero a la vez dejaba mucho espacio”.
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Insight
Como productor, Martin Hannett capturó e intensificó el sonido de Joy Division. Deseaba implementar las posibilidades tecnológicas del estudio de grabación para crear una atmósfera y un sonido más expansivo en las grabaciones. Incluso llegó a afirmar: “fue un regalo para un productor, porque no tenían idea. No discutieron”.
Jon Savage recuerda que cuando grababan Unknown Pleasures, Hannet le enseñó el estudio: “En una esquina había un ascensor, y dentro del ascensor un altavoz Leslie. Le pregunté qué era aquello y él solo dijo: ‘Estoy grabando el ascensor. Obviamente’”. Y en efecto, si uno escucha atentamente ese primer disco, apreciará esos paisajes sonoros casi de ciencia ficción, acompañados de zumbidos de ascensores y portazos.
Moldeado por este provocador, Unknown Pleasures incorporó amplios espacios, ambientes y atmósferas austeras, en donde las canciones emergen, estallan y se hunden de nuevo en sombras.
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Disorder
No es sorprendente que, para Closer, la producción de Martin Hannett se volviera más estratificada y compleja. El llamado “quinto miembro de Joy Division” hizo que los músicos grabaran sus instrumentos individuales por separado, de una forma limpia y clara, incluso para las piezas individuales de batería de Morris, “para evitar cualquier sangrado del sonido”.
Cuando Peter Hook escuchó la mezcla final de “Atrocity exhibition” se sintió decepcionado: “Pensé, con la cabeza en las manos, ‘Oh, maldita sea, está sucediendo de nuevo’. Martin derritió la guitarra. Hizo que pareciera que alguien estrangula a un gato y mató por completo la canción. Estaba tan molesto con él, que entré y se lo dije, pero él sólo se dio vuelta y me mandó a la mierda”.
Hannett aplicó filtros digitales a las mezclas, distanciando aún más la voz y los mensajes de Curtis. Su uso pionero del delay hizo que las amenazas discordantes sonaran remotas.
La grabación de Closer, sin embargo, estuvo marcada por una sensación tensa similar a la que experimentaron los Beatles durante las sesiones del White Album, debido a la presencia Annik Honoré, la periodista belga con la que Curtis mantenía una aventura.
Las canciones de Closer fueron compuestas en períodos distintos: “Atrocity exhibition”, “Passover”, “Colony”, “A means to an end” y “Twenty four hours” durante la segunda mitad de 1979. “Isolation”, “Heart and soul”, “The eternal” y “Decades” a principios de 1980, ya con la inclusión de sintetizadores.
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Heart and soul
Sumner recuerda haberse quedado en el estudio toda la noche y dormir en la sala de control. “Por la noche la atmósfera se ponía aún más rara”, recuerda. Hook a menudo usaba un bajo de seis cuerdas para conseguir más melodía, y Sumner fabricó un par de sintetizadores. Morris también había comprado una caja de ritmos cuyos sonidos chirriantes fueron a parar a canciones como “Atrocity exhibition”.
Para Peter Hook, Ian fue el instigador: “Solíamos llamarlo El Vigilante. Ian podía estar sentado allí mismo y te decía: ‘Esto suena bien, vamos a acompañarlo con la guitarra’. Tú no podías discernir qué era lo que sonaba bien, pero él sí, porque simplemente escuchaba. Esto hizo que todo fuera más rápido”. Sin embargo, sobre Curtis ya pesaban ciertos ánimos sombríos. Hannett describió este segundo álbum como “cabalístico, encerrado en su propio enigma”.
El contenido lírico y musical se concretaba durante los ensayos. Meses antes de entrar al estudio, Sumner recuerda: “Nos sentábamos a hablar sobre cosas realmente banales. Hacíamos eso hasta que ya no podíamos hablar más y luego retomábamos”, pero no solían hablar de la música o las letras. Y esto tiene sentido: para tres de los miembros de Joy Division, Closer fue escrito y grabado durante un período de optimismo cauteloso, no de pesimismo.
Closer es más exuberante, más aventurero y más atmosférico que su predecesor, y gran parte del crédito se debe a estos tres miembros. Hay algunos momentos individuales que brillan: desde el teclado de Sumner en “Isolation” hasta la batería de Morris en “Colony”. Éste fue el trabajo de una banda que en ese momento se hallaba, como dice la revista Pitchfork, “en la cima de sus poderes”.
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These days
El periodista musical Paul Morley alguna vez describió la música de Joy Division como “música privada forzada hacia la intemperie”. La historia de su sonido, como la de muchas otras bandas e incluso géneros, es accidental.
Según Bernard Sumner: “Hooky era melodía. Solía tocar el bajo principal porque me gustaba que mi guitarra sonara distorsionada, y el amplificador que tenía solo funcionaba cuando estaba a todo volumen. Cuando Hooky tocaba bajo, no podía escucharse a sí mismo”. El uso del bajo como instrumento principal, mientras que la guitarra teje patrones alrededor, es la base del sonido post-punk.
Sobre Morris diría: “Stephen tiene su propio estilo que es diferente al de otros bateristas. Para mí, un baterista de la banda es el reloj, pero Steve no, porque es pasivo, seguía el ritmo de la banda, lo que nos dio la ventaja”.
A Ian Curtis lo describía como un vocalista que adoptó una voz de barítono, similar a la de Jim Morrison. Mientras tanto, Jon Savage describiría el sonido del propio Bernand Sumner como melódico e interesado en la tecnología, anticipando el sonido de New Order.
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The sound of music
Si bien el sonido de los álbumes fue artificio de Hannet, Joy Division, sin las cuerdas de su productor, abrazaba el espíritu agresivo del punk, el cual resulta más evidente en sus desgarradoras e implacables grabaciones en directo, donde los testimonios opresivos de pérdida, reflexión y arrepentimiento quedaban de lado.
En vivo, cada grito de Curtis desafiaba a la audiencia a tratar de compartir su carga, riendo mientras el público se estremecía ante la perspectiva. Melancolía convertida en catarsis al infligirla sobre la audiencia, la interacción medida de Sumner y Hook se volvía ensordecedora. Los tres músicos tocaban inmóviles para darle a Curtis todo el espacio para desenvolverse.
La muerte de Curtis aseguró que pocos fanáticos pudieran experimentar a la banda en directo, pues apenas ofrecieron una centena de conciertos, de muchos de los cuales queda constancia, como Preston, Still, Fractured, London University o el grandioso Les Bains Douches. Estos sets documentados sirven como evidencia de que Joy Division podía ser una bestia decidida, despiadada y visceral.
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Incubation
En el estudio, Joy Division y Hannett optaron por elaborar meticulosamente el álbum, nota por nota. Rogelio Flores menciona: “Con solo nueve temas por demás discretos, Closer posee un poder hipnótico que obliga a escucharlo repetidas veces y reflexionar (o sentir, incluso) sobre sentimientos y conceptos aparentemente irreconciliables como la repulsión y el amor, la fe y el terror, la iluminación y la oscuridad. […] Carente de preciosismos y florituras musicales, las intervenciones de cada uno de los miembros son ejecutadas con sencillez y evolucionan hasta llegar a momentos de sorprendente virtuosismo”.
Simon Reynolds destacó que la originalidad de la banda “se hizo evidente a medida que las canciones se volvieron lentas”. En ese extraño proceso, continúa, “el bajo de Hook transmitió la melodía, la guitarra de Bernard Sumner dejó huecos en lugar de llenar el sonido y la batería de Steve Morris parecía rodear el borde de un cráter”, siempre abiertos a conocer las entrañas de su propio sonido.
Para Jon Savage, “Joy Division eran un grupo autosuficiente, como deberían serlo todos. Estaban haciendo algo original, y no miraban a los demás. Además, eran muy jóvenes, y la gente de esa edad no habla todo el rato de influencias”. A pesar de que reconocía en ellos elementos psicodélicos, orientales o del krautrock, para él eran unos jóvenes futuristas, alertas a la nueva tecnología y profundamente emocionales. Hannet sólo aumentó todo eso con ambiente, distancia y efectos de sonido.
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Atmosphere
Las primeras cinco canciones, es decir el lado A, son conducidas por guitarras o sintetizadores y todos exploran varios aspectos de la depresión.
En “Atrocity exhibition”, Hook y Sumner intercambiaron sus instrumentos al escribir y grabar la pista, prácticamente para sortear el aburrimiento. Hook reconoce que no era un guitarrista tan competente pero el resultado le complació. En esta canción, Ian describe una serie de imágenes en las que la vida se presenta como una exposición de atrocidades, acompañadas por un sonido militar y abrasivo que enfatiza la paranoia y la claustrofobia.
“Isolation” tiene como base una caja de ritmo y una línea de bajo punzante, pero en lugar de una melodía de guitarra, Sumner propone una línea de sintetizador de tonos agudos que conduce la composición. Es la canción más accesible del álbum, si algo como eso existe, y es en la que se nota al grupo más confiado en los arreglos. La canción detalla perfectamente cómo se siente la depresión, pensar en todo lo que está mal en tu vida y que no puedes cambiar. Curtis habla durante la mayor parte de este álbum, lo más cerca que está de cantar es en esta canción y, aunque su voz sigue inexpresiva, aún es posible identificar su dolor.
En “Passover”, la banda se halla en plena conciencia de su poder mórbido. La parsimonia amenazante de esta pascua avanza como si de un film noir futurista se tratara, a la vez que se vuelve un ejemplo de cómo dar un carpetazo al punk mediante una ralentización sistemática.
“Colony” marca un diálogo o vuelta a los sonidos de Unknown Pleasures. Toda la sección de guitarra a cargo de Sumner suena angulosa, brutal e implacable, con una escalofriante belleza.
La primera mitad del álbum cierra con “A means to an end”, una misa oscura puesta en marcha e impulsada por un coro excitante que replica la estructura típica de muchas de sus canciones, en que la base rítmica genera a la vez la melodía principal.
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Dead souls
En las últimas cuatro canciones, la cara B, apuestan por la conmoción, es ahí donde van más allá que cualquiera en su época por medio de una claridad apaciguada. Estas cuatro composiciones alteran la densidad del aire.
“Heart and soul” a través de una colisión de atmósferas en las que el tartamudeo del tambor, el sintetizador y el bajo de Hook recubren la voz casi susurrada de Curtis con latigazos y sombras inquietantes; mientras que “Twenty four hours” intenta liberarse de cualquier lastre que arrastre el álbum hasta ese momento para dar paso a la apoteosis.
Las dos últimas pistas ofrecen una idea de hacia dónde podría haberse dirigido Joy Division si Curtis no hubiera muerto. La fúnebre “The eternal”, carente de guitarra, es lo más sombrío y escalofriante que la banda haya grabado, con Curtis cantando sobre estar “poseído por una furia que arde desde su interior”, sobre un piano sepulcral. Es también el ejemplo más representativo de la metodología atmosférica de Hannett.
Se trata de una serenidad cada vez más dominante y claustrofóbica que representa cómo se sintió Curtis antes de su cataclismo personal. La imágenes líricas que enuncia son inquietantes y hermosas , como en una marcha fúnebre lúcida y desesperanzada.
El álbum cierra con “Decades” donde, a pesar de que musicalmente parece ofrecer un respiro, la letra anula esa idea por completo. “We knocked on the doors of Hell’s darker chamber”, gime Curtis, “Pushed to the limit, we dragged ourselves in”, acompañado apenas por un piano y un mellotrón anacrónico. En esta impresionante canción, Curtis mira con tristeza el sufrimiento humano como alguien que ha visto lo que queda, décadas después del cataclismo, mediante un testimonio fantasmal.
“Decades” es la canción más ambiciosa del álbum, una oda a la juventud perdida. El fade-out persistente mientras pregunta “Where have they been?” es considerado por muchos uno de los momentos más desgarradores del rock, en el que puedes escuchar a Curtis escapar de tus oídos, de la canción y del mundo.
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Something must break
Hay quienes consideran que este inquietante álbum puede resultar aterrador para cualquiera que pase o haya pasado por una enfermedad mental, pues se adentra en las partes más horribles de la psique. Es un álbum emocionalmente vacío y agotador que expone las experiencias más privadas de la depresión.
Es curioso, por tanto, lo que recuerda Bernard Sumner al respecto: “Mientras trabajábamos en Closer, Ian me dijo que hacer este álbum se sentía muy extraño, porque sentía que todas sus palabras se escribían por sí mismas”. Y continúa: “A la vez tenía una terrible sensación de claustrofobia. De un remolino que lo ahogaba”. Las letras hablan de estar encerrado en un sistema y no ser capaz de huir de él.
Sin embargo, recuerda también que nunca hablaron de sus letras. Curtis no estaba dispuesto a explicar el significado detrás de ellas, y los vinilos no tenían ninguna impresa. Sumner llegó a declarar: “Realmente no tenemos un mensaje; las letras están abiertas a interpretación. Son multidimensionales. Puedes leer en ellas lo que quieras”. A la fecha, los miembros sobrevivientes lamentan no haber visto las señales de advertencia.
Ian Curtis.
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A means to an end
El cementerio de Macclesfield, al sur de Manchester, es desde hace casi cuarenta años el lugar de peregrinaje de los fans de Joy Division, pues es ahí donde se encuentra la tumba de Ian Curtis, que solo exhibe una lápida con la fecha, 18 de mayo de 1980, y la frase “Love will tear us apart”.
El libro En cuerpo y alma compila diversos manuscritos y documentos que, en su momento se hallaban en el domicilio conyugal de los Curtis en Macclesfield, una serie de cuadernos y hojas que plasmaban el desamparo del vocalista.
Y es que la historia del rock está repleta de finales estúpidos y trágicos para comienzos prometedores, pero la muerte de Ian Curtis sigue siendo sorprendente.
Jon Savage recuerda que “Ian venía de una subcultura de pequeñas librerías, sellos que publicaban material arcano y esotérico”. De una personalidad amable, pese a la borrasca interna, Curtis había padecido depresión en la adolescencia y sufría de epilepsia. Además, comenzó a trabajar en Macclesfield en 1978, donde ayudaba a las personas con discapacidades mentales o físicas a encontrar trabajo. Sus letras oscilaban “entre la total desesperanza y la posibilidad (si no necesidad absoluta) de una conexión humana”.
Esa vieja depresión y la epilepsia chocaban con los sueños de fama que podía albergar un joven de clase trabajadora. A medida que se acercaba más a la realidad del estrellato, se volvió casi imposible para él separar su vida personal de su trabajo.
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Twenty four hours
Durante las presentaciones en vivo, el grupo no interactuaba con el público, acaso un hola y adiós, sin presentaciones ni promoción. Curtis a menudo realizaba su danza como si imitara una convulsión, mientras sus brazos describían una curva. Este estilo de baile era la reminiscencia de un ataque epiléptico, y él ya bailaba así desde unos meses antes de que lo diagnosticaran.
Para Jon Savage, este baile era fascinante: “Era algo restringido y controlado; no era una liberación. Creo que aquel baile hablaba de la imposibilidad de escapar. Sus movimientos eran los de un hombre atrapado”. A medida que la popularidad de la banda creció, la condición representó un problema para las presentaciones en directo pues incluso los beats de la batería detonaban los ataques. Entonces debían detener el espectáculo y llevarlo al camerino, donde Curtis lloraba de vergüenza y desesperación.
Peter Hook e Ian Curtis. Leigh Fest, Lancashire. Agosto de 1979. Kevin Cummins.
Su viuda, Deborah, llegó a mencionar que el nihilismo, entre gélido y tierno, de Ian era alentado por sus lecturas, y que su recaída depresiva le producía visiones abismales: “El reflejo del yermo postindustrial se traducía en atracción por la simbología totalitaria o religiosa, en paranoia apocalíptica ante un entonces plausible holocausto nuclear”.
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The eternal
Para 1980, la falta de sueño desestabilizó la epilepsia de Curtis y sus ataques se volvieron incontrolables. A menudo tenía convulsiones durante las actuaciones, que algunos miembros del público creían que eran parte del show. La mala salud de Curtis llevó a la cancelación de otros conciertos en abril. La última presentación en vivo se llevó a cabo en la Universidad de Birmingham el 2 de mayo e incluyó su única interpretación de “Ceremony”, una de las últimas canciones escritas por Curtis.
Deborah cuenta que, la víspera antes de que la banda partiera hacia América para su primera gira por Estados Unidos y Canadá, Curtis regresó a su casa de Macclesfield para hablar con ella. Él le pidió que retirara la demanda de divorcio y que lo dejara solo en la casa hasta que tomara un tren a Manchester a la mañana siguiente.
Después de pasar la noche viendo la película Stroszek de Werner Herzog y de escuchar el disco The Idiot, de Iggy Pop, Curtis se ahorcó en la cocina. Deborah descubrió su cuerpo ese mismo día cuando regresó. Ian tenía 23 años. El segundo y último álbum de Joy Division, Closer, fue lanzado dos meses después y, junto con el sencillo “Love will tear us apart”, se convirtió en su lanzamiento más popular.
Deborah afirma que Ian parecía obsesionado con el dolor durante la composición de Closer. Mientras que los otros miembros admiten no haber captado las señales de alarma, Deborah recuerda que ni siquiera pudo escuchar las cintas. “Ian lo quería todo, como la mayoría de los hombres: le atraía lo extraordinario y a la vez buscaba la seguridad de un hogar feliz”.
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Isolation
Las relaciones con Sumner, Hook y Morris siempre fueron buenas, como una familia. Ian además les tenía gran respeto como músicos. Morris ha mencionado que “solo después de la muerte de Ian nos sentamos y escuchamos las letras. […] Nunca creí que estuviera escribiendo sobre sí mismo”.
Y es que Curtis no puso ninguna distancia entre él y los oyentes, como en la letra de “Love will tear us apart” en la que plasma una imagen tan íntima y dolorosa del colapso de su matrimonio, sin siquiera desviar su propia culpa, que prácticamente tomaba partido contra sí mismo.
Tanto Jon Savage como Deborah coinciden en que el factor principal no fue el inminente divorcio sino el estrés por fallar en el escenario a causa de las convulsiones que lo incapacitaron para cantar en vivo. “Creo que la depresión no se le trató como podía haberse hecho ahora”, recuerda Deborah, “Y en la epilepsia se dio una coincidencia macabra: antes de padecer síntomas y por su trabajo en los Servicios Sociales, Ian ya era un experto en la enfermedad. Debió de sentirse aterrado al descubrir que aquello también le pasaba a él”.
Sin embargo, creo que es importante que no nos conformemos con una lectura que convierte a Curtis en un mártir y lo celebra como una especie de cordero para el holocausto. Ian Curtis continúa fascinándonos porque queremos saber más de él de lo que nunca podremos pues nunca vivió lo suficiente como para estar sobreexpuesto.
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New dawn fades
El legado de Joy Division es grande y en las últimas décadas no ha hecho sino expandirse. Si bien los sitios oficiales consignan un par de álbumes de estudio, cuatro en vivo, tres EPs y ocho sencillos, el sitio Joydiv.org, la biblioteca en línea más completa sobre la banda, que desde 1998 documenta de forma exhaustiva todo lo relacionado con ella, consigna otros números:
Nueve ensayos cuyas sesiones han ido a dar a algún bootleg o grabación, 17 sesiones en estudio, desde su formación como Warsaw hasta el álbum Still, casi 260 bootlegs, 66 libros, 22 fanzines, 860 covers, 23 sencillos entre 7, 10 y 12 pulgadas, 19 compilatorios, conciertos y rarezas, 13 videos y dvds, cuatro películas, dos cortometrajes, siete conciertos en video, seis videos promocionales, diez apariciones en televisión, 12 radio documentales y ocho entrevistas, así como un sinnúmero de curiosidades como sus instrumentos y equipo.
El crítico Charles Shaar elogia a Closer como “un monumento tan magnífico (tanto para Joy Division como para Ian Curtis) como cualquier músico popular posterior a Presley podría tener”.
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Passover
Entre las agrupaciones que se han visto influenciadas por su sonido están: The Cure, Nine Inch Nails, Tool, Bauhaus, Sonic Youth, Depeche Mode, U2 y The Smiths; y posteriormente: Interpol, The Strokes, Arctic Monkeys, Editors, Bloc Party, She Wants Revenge, The Horrors, Human Tetris, Cut City, Molchat Doma y toda la oleada de bandas de post-punk y dark wave actuales que se multiplican como una afortunada peste, en las cuales el sonido de Joy Division aún es reconocible.
Durante el siglo XXI, la reputación de Joy Division ha crecido aún más. Ha sido objeto de varios libros, incluyendo Touching from a distance de Deborah Curtis, Unknown pleasures de Peter Hook, Chapter and verse de Bernard Sumner y Una luz abrasadora de Jon Savage. Ha sido representada en las películas Twenty four hour party people de Michael Winterbotham; Control de Anton Corbijn; y Joy Division de Grant Gee. Ha inspirado el comic The Crow, de James O’Barr; la banda sonora de la película homónima; y el videojuego Will love tear us apart?, de Mighty Box Games. Incluso los niños de Macclesfield recrearon la música de Joy Division como una sinfonía para conmemorar el 30 aniversario de la muerte de Ian Curtis en 2010.
Junto con la vida de Ian acabó también la de Joy Division, como un acto de respeto por parte de sus compañeros; sin embargo, la carrera de Peter, Stephen y Bernard también iniciaba y, dispuestos a no dejarse engullir por su propia leyenda, formaron la emblemática New Order, que no sólo continuó con el legado de Joy Division sino que se atrevió a innovar, sentando las bases de mucho de lo que hoy entendemos como música electrónica, y cuyos álbumes fueron hitos llenos de creatividad, con amplio reconocimiento por la crítica desde 1981 hasta 2015.
Rogelio Flores considera que, independientemente del culto alrededor de Curtis, “Closer se sostiene por sí mismo con base en la sensibilidad y capacidad musical desbordada por los entonces jóvenes miembros de la banda”. En 2005, tanto New Order como Joy Division fueron incluidos en el UK Music Hall of Fame.
Seguramente habrá más generaciones de jóvenes que, gracias a ellos se llevarán a los oídos todos los cataclismos de Joy Division, como ya sucedió con el resurgimiento del post-punk en los años 2000 y 2009. El día de ayer, 17 de julio de 2020, la edición remasterizada conmemorativa del 40 aniversario fue lanzada en vinilo con la inclusión de los sencillos “Transmission”, “Atmosphere” y “Love will tear us apart”.
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Decades
Jon Savage considera que “el gran logro lírico de Curtis fue capturar la realidad subyacente de una sociedad en crisis, y hacerla universal, personal”. La crítica retrospectiva sobre el álbum ha sido virtualmente unánime en sus elogios. “La postura anti-pasado de Joy Division ahora se da por sentada, pero entonces era inusual”, y continúa: “Joy Division son relevantes porque miraban hacia delante. Ya entonces nadie sonaba como ellos” sin embargo reconoce que fue bueno que mantuvieran los pies en el suelo, “Si llegan a creer que eran cuatro genios, nada de aquello habría funcionado”.
Savage lamenta que todo el mundo interprete a Joy Division retrospectivamente desde la muerte de Ian, le parece un acercamiento incorrecto, pues sus canciones no eran premoniciones. Los cuatro muchachos “eran conscientes de que se encaminaban hacia un lugar extraño, y que algo malo podía suceder, pero nadie tenía pensamientos fúnebres. Estaban a punto de irse de gira a Estados Unidos, […] Joy Division no eran todo oscuridad, había mucha luz en ellos, sus conciertos eran excitantes y estaban llenos de energía positiva. Y eso es lo que los hace grandes. No eran todo fango y fatalidad. […] Pero a la vez lo entiendo. Ni la gente que estaba en Joy Division sabía de qué iba Joy Division”.
Es cierto que Ian Curtis no vivió para ver el lanzamiento de Closer, pero incluso si no se hubiera inmortalizado de ese modo trágico, aún merecería cada aplauso, cada Mejor álbum de… y cada premio recibido. Es un disco que, a su modo, se burla de la idea de que la leyenda de Joy Division se basa sólo en la tragedia. Entonces, para volver a la pregunta: ¿por qué los compañeros de Curtis no se dieron cuenta de que algo andaba mal? Quizás porque en tan solo dos años habían logrado definir el post-punk y cambiar la música para siempre, quizá porque, musicalmente, todo iba muy bien.
Rafael Tiburcio García [Juan Corvus]
Fuentes:
AllMusic, El País, IMDB.com, Instagram@officialjoydivision, Joydiv.org, Joydivisionofficial.com, La Mosca en la Pared, La Tercera, La Zancadilla, Los Angeles Times, New Musical Express (NME), Pitchfork, Post-punk.com, Rolling Stone, Sputnik, Switch, The Guardian y Twitter@joydivision.
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