¿Te has imaginado el inicio de este universo?

A veces, cuando cierro los ojos y respiro profundo y después exhalo lentamente, poniendo atención a este acto tan simple y autómata y a la vez tan poderoso, conecto con mi corazón y comienzo a sentir que sus latidos marcan el ritmo de mi expansión, el ritmo de mi danza, de mi andar por esta tierra. Siento que cuando inhalo, mi cerebro recibe la orden de abrir cada parte de mi cuerpo, y cuando exhalo, vuelvo a cerrarme. Es un eterno espiral de contracción y expansión y este espiral es constante e infinito. Imagino también cómo van llegando burbujas de oxígeno a mi sangre y a mi cerebro, y puedo palpar que entre más consciente lo hago, todo se va aclarando por dentro. El ritmo se desacelera, comienza una danza lenta.

Imagino que cuando la energía se concentró y se convirtió en esta materia llamada universo, así comenzó todo, en una danza de elementos, y que esa contracción y expansión que siento en cada respiración y palpitar, fue el movimiento que generó la primera chispa de vida. También imagino que esa energía, además de una vibración, lleva consigo un ritmo y ese ritmo un sonido. El sonido del despertar de esta humanidad.

Algunos dicen que ese primer sonido se escuchaba como un OM, otros como el palpitar de un corazón; nuestros abuelos ancestrales decían que era igual al toque de un tambor.

Te invito a que en estos momentos cierres tus ojos, inhales profundo y exhales lentamente, conectando con los latidos de tu corazón mientras escuchas esto:

Mis abuelas me han contado que el primer contacto que tenemos en el útero de nuestra madre y que nos entrelaza durante toda la vida, es el latido de su corazón;  ella nos dicta el ritmo y nosotros solo dejamos que nuestras células se multipliquen y bailen al ritmo de su vals.

Los latidos del corazón de la madre nos llevan a un estado de quietud y tranquilidad en cualquier momento de nuestra existencia; esos latidos nos pueden aliviar o dar paz; son un sedante y un bálsamo en este camino. Nuestros ancestros ya lo sabían, por eso dentro del temazcal (vientre sagrado de nuestra madre tierra) se toca un tambor, que nos reconecta con ese momento dentro del vientre de nuestra madre terrenal.

«Cuando estés triste toca tu tambor, te va a recordar el latido del corazón de tu madre».

Somos energía, energía que se mueve por diferentes vibraciones, energía que fluye y también que se concentra. Todos los seres, desde las estrellas hasta las flores, vegetales, animales y humanos, existimos gracias a la energía. La música es también energía.

Nuestros cinco sentidos nos alimentan, cada uno de ellos nos ayuda a recibir del exterior todo lo necesario para danzar. La música es el alimento del alma, es uno de los alimentos que implica el uso de todas las partes de nuestro cerebro. Nuestro corazón late sincronizadamente con la música que escuchamos. Cuando escuchamos música medicina, liberamos dopamina; además, nos ayuda a razonar claramente. La música se conecta con la parte del cerebro de los recuerdos; muchos abuelos que han olvidado alguna parte de su vida, la recuerdan escuchando música. La música nos da vida y su vibración sostiene escalas de sanación, así como algunas plantas curativas y ceremonias.

La música salva, sana, conecta, activa, unifica y reúne

Los humanos somos creadores, creamos a través de nuestros sentidos y también a través de nuestras repeticiones. Lo que repetimos se vuelve realidad, se proyecta.

Un mantra para los budistas es una palabra en sánscrito conformada por dos expresiones man, mente y tra, liberación; los mantras nos ayudan a entrar a un estado de liberación de la mente y nos introducen a un estado de meditación que nos lleva por un camino relajado y pacífico. Es llevar con plena consciencia a nuestra mente por nuevas veredas.

Lokah samastah sukhino bhavantu 
Que todos los seres de todos los mundos sean felices.

Yo he observado que cualquier palabra que se repite constantemente se convierte en mantra, y ese mantra toma un papel muy importante en nuestra vida, porque lo que repetimos, se manifiesta. Así como la música es medicina, las letras que vamos repitiendo alrededor de la música que escuchamos también conforman una reacción.

Hace un tiempo leí algo que me ha servido mucho: “La forma en la que concebimos el mundo se ve condicionada por el tipo de música que escuchamos”.

¿Has puesto atención a la música que eliges escuchar? ¿lo que repites y cantas? ¿la reacción de tu cuerpo al escuchar lo que escuchas? ¿Te nutre y te calma o te estresa y te contrae?

Uno siempre elige el ritmo que desea escuchar para poder caminar en esta hermosa manifestación, yo deseo que la música entre a través de tus sentidos, alivie cada una de tus células y que lleve tu energía a una absoluta expansión.

Si prefieres un experiencia auditiva, con imágenes y música, te dejo el video de Bálsamo, cuando el corazón canta, un espacio para viajar por la música que sana el corazón.

Con todo mi amor

Lucrecia Astronauta, Mujer Semilla

 

 

 

 

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