Mercedes Sosa: vida y transformación
“Aprendí que si canto no me muero, y tengo ganas de vivir»
Sentémonos por un momento frente a la Tierra y contemplemos:
Se escuchan los susurros de los ecosistemas, los secretos de los caminos y los cantos bajo el mar. Con deslumbrante fulgor, aparecen la luna y el sol, en un baile eterno acompañados por decenas de tonalidades que tiñen el cielo y objetos cósmicos que van a velocidad rayo.
Un baile entre olas de mar y frondosos árboles; entre nubes y estrellas; entre aviones y cometas. Entre vientos y relámpagos; entre lluvias incesantes y oleadas de calor. Entre montañas, pirámides y volcanes; entre ciudades bajo el agua y pueblos comidos por el fuego. Entre siembras y desiertos, entre ruinas y rascacielos. Entre sin fin de flores y abejas polinizándolas; entre cascadas de agua y cascadas de basura. Entre terremotos y deslaves, entre icebergs y deshielos; entre nieve y tornados. Entre fábricas y favelas, entre manadas y caravanas migrantes. Entre los sueños y las pesadillas.
El sol y la luna se persiguen día y noche, frente a una multitud de culturas, faunas y cientos de esculturas; en medio de rituales hermosos y guerras sin escrúpulos. Y algunos prefieren bailar junto al sol y otros bajo la luz de luna.
Se escuchan sonidos propagándose en todas direcciones: por el aire, el agua y el suelo. Son el eco de la supervivencia y evolución diaria de los que vivimos en este mundo. El caos y la calma, risas y llantos, rugidos y aullidos, amor y violencia, la vida y la muerte. Pero, sobre todo, es la transformación inherente de la existencia, esa que sutil o salvajemente nos sitúa en un lugar o en otro.
Ley universal de la vida: el cambio.
Y entonces nos percatamos que nuestra cotidianidad siempre está abrigada por cambios visibles o invisibles que nos acercan, nos colocan, nos golpean y nos ayudan a alcanzar o a alejarnos de lugares, personas y cosas. Y esto conlleva muchas veces a la nostalgia y al dolor.
Las personas cambian, las cosas cambian y el mundo cambia.
Y es precisamente de lo que habla la canción “Todo Cambia”, un himno a la transformación de la vida y la naturaleza que interpretó la poderosa voz de Mercedes Sosa. En paz descanse.
Fue una gran mujer con una gran voz y nos acompañará en este escrito.
Su nombre, Marta Haydee Mercedes Sosa Girón, nacida en Tucumán, Argentina, en el año de 1935. Fue una cantante de música popular y una luchadora a través de su voz por los derechos humanos.
Considerada la voz de América Latina por interpretar con tanta sensibilidad el amor a la vida, proclamando por la paz, la solidaridad, las luchas de los pueblos y la identidad de las culturas.
Mercedes Sosa ha sido una referente de muchas y muchos de nosotros quienes anhelamos un mundo mejor. Uno en donde los derechos básicos para vivir no nos sean aplastados.
La Negra, como popularmente se le conocía a Mercedes, hablaba sobre esta adaptabilidad que tenemos que hacer cuando la vida nos enfrenta a numerosos cambios. Ella misma en su carrera musical vivió cambios radicales tras exiliarse en París y Madrid, después de haber sido perseguida, censurada y arrestada durante la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile. Vivió shocks y procesos de nostalgia, pero también se abrieron oportunidades que más adelante apuntalarían en su carrera, llegando a ser reconocida como la voz de América.
Por que la persistencia es también una herramienta que nos ayuda a combatir estos tiempos de asombro diario por las degradaciones humanas.
La realidad es que todas las personas hemos tenido que pasar por procesos duros.
Para mí, este último 2024 y este inicio de año ha sido tremendamente lastimoso por muchas situaciones. Cosas que sabía podían pasar, pero no quería por el miedo a todas las consecuencias que ello traería. Fue una fila de sacudidas que me han puesto en un hueco oscuro.
Y entonces el mundo me dice que tengo que hacer cambios profundos en mi forma de vivir, a repensarme a mí, a mi entorno y a mis vínculos. Una tarea nada fácil.
Pasa que vivimos en un cambio de ciclo histórico con la crisis global del capitalismo, los reajustes políticos y las luchas geoeconómicas y el mundo convulso. Pareciera no haber una orientación clara de hacia dónde ir. Son tiempos bastante peculiares en donde las relaciones humanas están siendo cada vez más arrastradas a la superficialidad, llenas de contradicciones en donde ya nadie quiere hacerse responsable.
Todo esto se convierte en una conmoción colectiva, llevándonos al desorden social y material. Y paralelamente, el mundo avanza y se transforma día con día. Por ello, es necesario buscar nuestro equilibrio emocional a través de algo que nos de luz en el alma y fuerza para cambiar lo que haya que cambiar.
Mamá Grande, como también se conocía a Mercedes, decía que la música tiene el poder de curar y transformarnos, porque dentro de ella se puede encontrar vida, rebeldía, esperanza, luchas y sueños. Y entonces, toma un papel importante en los cambios sociales y culturales, pero también en los personales.
Mercedes siempre se expresó a través de su canto por la vida y la libertad.
En cada canción elegida había un pedazo de ella que transmitía cada batalla que uno lleva, inclusive la del amor. Por eso, ella se definía como cantora y no como cantante; para La Negra Sosa era un deber cantar.
Si retrocedemos en el tiempo todo ha cambiado: nuestro cuerpo, nuestra mirada, las convivencias familiares, las fiestas con los amigos; las personas de las que nos enamoramos, papá y mamá, los abuelos, las mascotas; los lugares donde solíamos jugar, los parques y los centros comerciales; los transportes, la comida y las escuelas. Cambian nuestras prioridades y metas, cambian los caminos, horizontes y perspectivas. Cambiamos nosotros.
Y ahora lo que no era importante se vuelve importante, y lo que era importante ya no lo es. La nostalgia nos invade al recordar tanto, pero también se hace presente la gratitud por todo.
Sin embargo, en la canción «Todo Cambia», se menciona algo que no cambia a pesar de los años, algo que llevamos dentro, un elemento inmutable de la vida que ha sido un ancla emocional en este mundo en perpetuo movimiento: el amor.
El amor propio y el amor a los nuestros y a nuestro camino es invaluable y es nuestro ejército para las batallas dentro de este caos.
Porque se puede destruir todo lo que tenemos excepto el amor. El amor a la Tierra y sus paisajes, el amor a los pueblos y sus culturas. El amor que nos enciende para levantarnos, aunque estemos muy hundidos; llámese mamá, papá, hermanos, amigas, amigos, gatos, perros; música, naturaleza o nosotros mismos. Siempre habrá un motor, aunque a veces no lo veamos a simple vista.
El canto luminoso de La Negra Sosa, abraza este texto con lágrimas por los que ya no están, por lo que no pudo ser y por los que luchamos diariamente por días mejores.
Pero también con valentía y rebeldía para no rendirnos y encontrar la luz de nuestro camino.
Yo aprendí que si escribo no me muero, y tengo ganas de vivir.