WandaVision o el duelo y la identidad

 

*Disclaimer:Wandavision o el duelo y la identidad” es la primera parte de un ensayo escrito a cuatro manos por Eloy Caloca Lafont y Rafael Tiburcio García. Pueden leer la segunda parte Wandavision o la postelevisión” en la revista Mil Mesetas. No está de más recordarles que este texto da por sentado que han visto la serie.

 

«El mundo es un escenario
y los hombres y mujeres, actores.»
William Shakespeare / Visión

«¿Pero no es acaso el dolor
un amor que persevera?”
Paul Bettany / WandaVision

1

El final del segundo acto de Avengers: Era de Ultrón (Joss Whedon, 2015) culmina con el nacimiento de un nuevo ser, que parece ser un androide. “Tuve una visión”, dice Thor, “un remolino succiona toda la esperanza de la vida y en el centro está eso, la gema de la mente”. Para ganar la confianza de los Vengadores, el recién llegado responde con simpleza: “No soy Ultrón, ni Jarvis. Soy, existo… y estoy del lado de la vida”; se trata de Visión, quien poco después tendrá que levantar el Mjölnir para convencerlos. Pero hay alguien que ha visto dentro de él incluso antes de que cobrara conciencia, alguien que dejó de dudar de él desde el primer instante. La cámara nos muestra su mirada por un segundo: es Wanda Maximoff.

La mayor parte del arco de personaje de Visión y Wanda tras Era de Ultrón ocurre fuera de cámara en las siguientes películas (Civil War, Infinity War). Visión ayuda a Wanda con sus duelos, ambos se enamoran y ambos mueren. Luego todos reviven. Todos menos él. Finalmente es un androide, ¿no? No parece tan importante, y menos aún porque en los cómics la Bruja Escarlata y Visión siempre fueron un par de segundones. Sus orígenes y propósitos cambiaban de acuerdo con las necesidades de la historia en turno, ¿por qué habría de ser distinto en el cine?

Fotograma de WandaVision.

Imagen: fotograma de WandaVision. (c) Marvel Latinoamérica Oficial

Por este motivo nos parece que una miniserie como WandaVision (Jac Schaeffer, 2021) es valiosa, pues no sólo se encarga de desarrollar la relación entre estos dos personajes, sino que profundiza en ella a través de una lógica similar a la de los cómics conocidos como what if?  o elseworlds, es decir, historias alternativas que suelen enfocarse en personajes secundarios o tramas menores que guardan un enorme potencial. Lo demás es accesorio, según nos parece, un mero gancho: el fanservice de la referencialidad para que los nerds acérrimos mojen los calzones.

Tocaremos el tema de los intertextos y los formatos paródicos de la serie posteriormente; en la continuación de esta primera entrega del ensayo. Pero, por el momento, rescatamos como eje de WandaVision a un par de personajes complejos, capaces de conmovernos: Visión con sus palabras y su entrega, y Wanda, con el tratamiento de sus conflictos interiores, mediante una reflexión honesta y sencilla pero profunda sobre el duelo y la identidad.

Wandavision o el duelo

Imagen: fotograma de WandaVision. (c) Marvel Latinoamérica Oficial

2

La anodina villana de la serie, Agatha, le reprocha a Wanda que prefiera enloquecer antes que enfrentar la verdad. Y es que, más allá de su deseo por los poderes de la Bruja Escarlata, Agatha sólo refuerza el hecho de que el verdadero villano de WandaVision es el duelo, uno que inicia desde la infancia e Wanda con la pérdida de sus padres, posteriormente de su hermano Pietro, y finalmente de Visión; pérdidas que han moldeado al personaje que acompañaremos a partir de aquí.

La mujer que vemos llegar a Westview está profundamente herida y es vulnerable (en un sentido emocional); pero sería una lectura superficial de nuestra parte afirmar que simplemente niega o evade su realidad. Sobre todo porque Hayward, el otro villano insustancial, nos ha hecho creer que Wanda robó y reanimó el cuerpo de Visión. Desde un inicio, Hayward la presenta a todos, incluso a nosotros, como una mujer desequilibrada, cuando, más bien, ella se resiste a despedirse de un cuerpo hecho pedazos, cuya mente, que sintió desde antes de que naciera, ha desaparecido.

El cuerpo de Visión era todo lo que ella tenía y ha dejado de pertenecerle. Y lo que hace a continuación no es esencialmente distinto a esas evocaciones que cada uno de nosotros realizaría ante una situación similar. Pues, como dice Vinciane Despret: «un cadáver lo es sólo hasta ser apropiado. Hasta que es entregado a los deudos que le darán al cuerpo la calidad de difunto. Un muerto comienza, entonces, su existencia de muerto ante la protección de los vivos».

Las consecuencias del duelo de Wanda van por otro camino, porque ella se resiste a aceptar el tránsito extraño de su amado. Y es que nos encanta la forma en que ella se mueve durante toda la serie: como una antivillana que defiende sus recuerdos ante cualquier amenaza; esa forma en que “edita” las escenas y manipula los créditos en los primeros capítulos; la forma en que reescribe una realidad que reproduce y externa sus memorias y le permite reflexionar sobre su felicidad perdida; cómo, incluso, expulsa a Mónica del Hex, o manipula las mentes de los soldados para que apunten a Hayward, cuando lo encara por primera vez.

fotograma de WandaVision

Imagen: fotograma de WandaVision. (c) Marvel Latinoamérica Oficial

Estos pasajes nos ayudan a apreciar la perspectiva de los habitantes de Westview, víctimas de Wanda, así lo sean por omisión: rehenes esclavizados en un simulacro, ocultos dentro de sí mismos, envenenados por las pesadillas, violados por un dolor ajeno, que contemplan impotentes cómo sus hijos esperan encerrados y suspendidos mentalmente en sus habitaciones, mientras ellos mismos no pueden sino responder los parlamentos del guion que la protagonista ha escrito para no enfrentar una realidad que no corresponde con sus deseos.

Esta rebelión contra su destino personal se traduce en una violencia hacia los demás, hacia los no dolientes, pero no sólo contra ellos. En su rebeldía, Wanda subvierte los dispositivos de castigo (como SWORD); o incluso aquellas minucias jurídicas que apartan al criminal de sus duelos para aplicar la Ley. Y al final será irónicamente la tentación del poder sin límites que le ofrece Agatha, lo que le permita entender el dolor que ha causado al transferir el suyo, para así transitar hacia la superación del duelo y a dejar ir finalmente a sus víctimas.

En este punto, creemos que es importante no aceptar simplemente que Wanda ha dejado de comportarse como una villana, ni celebrar que recobre la decencia. Es importante que eso no se perdone. Los habitantes liberados lo saben y ella debe retirarse no sólo como una proscrita, sino con una nueva pérdida personal a cuestas (sus hijos, Visión), pero ya en dominio pleno de su duelo.

Wandavision o el duelo

Imagen: fotograma de WandaVision. (c) Marvel Latinoamérica Oficial

Y es que tanto Visión como Billy y Tommy no son proyecciones, son “reales”: no se rinden ante la magia de Wanda, no se comportan como ella quiere. Cuando el perro de los niños muere, ellos le recuerdan a su madre que, con sus poderes, puede revertir incluso la muerte. Pero ella entiende que, si bien “el deseo de escapar de lo que sienten es poderoso”, la muerte no puede revertirse.

Finalmente, conviene volver al personaje de Mónica Rambeau, quien intenta que Wanda descubra quién es y quién quiere ser. A pesar de describir el control mental de Wanda como insoportable y aterrador, Mónica es la única que muestra sororidad, que empatiza con su pena. Porque sabe que, de poseer un poder así, ella haría lo mismo, traería de vuelta a su madre fallecida; pero lo entiende como un deseo imposible y sabe que sólo le queda vivir con esa pérdida.

 

3

Otras producciones de ciencia ficción y fantasía han planteado el problema de la construcción de la identidad a partir de las consciencias no humanas. En Harry Potter y la cámara secreta, por ejemplo, se explora la experiencia de dialogar con un recuerdo. Pero creo que WandaVision logra que ese recuerdo evolucione y al hacerlo, evolucionan también sus personajes. Abril Posas menciona que el recuerdo de Visión también apoya el proceso de duelo de Wanda para “ayudarle a definir su nuevo camino, porque también perder a un ser querido es perder la persona que fuimos junto a él o ella”. La memoria como un ente vivo, lo no humano como algo capaz de empatizar, son conceptos complejos, posibles sólo en la ficción, pero que resultan hermosos como alegorías de aquellos que ya sólo pueden vivir a través de nosotros.

A lo largo de los capítulos, Visión parece encarnar la empatía entumecida de Wanda. La mayoría de las veces que se rebela contra ella es porque entiende, aunque despacio, el sufrimiento que experimentan las marionetas de Westview; algunas de ellas prácticamente inmóviles en las orillas del pueblo.

Incluso cuando Agatha le dice que él está muerto, el único interés de Visión es ver la forma de ayudar a las personas, aun cuando eso implique sufrir una nueva muerte. Por eso se arriesga a salir del perímetro para pedir a SWORD que salve a la gente secuestrada, sin que esta rebelión implique que el amor que siente por Wanda haya disminuido.

Fotograma de WandaVision.

Imagen: fotograma de WandaVision. (c) Marvel Latinoamérica Oficial

Será hasta que se encuentre con Darcy, en el séptimo episodio, cuando reflexione sobre su propia identidad a partir de los seres e inteligencias que lo conformaron. “No comprendo qué soy ahora”, le dice y es la propia Darcy quien le da la idea de encender un interruptor en su cráneo para reactivarse.

El ya célebre enfrentamiento en la biblioteca, en el que este Visión «recordado» derrota al Visión blanco «reanimado» del cuerpo original, mediante la paradoja de la nave de Teseo, se vuelve relevante para la evolución del personaje, no sólo porque lo derrote mientras filosofa o porque reactive los datos en la cabeza de su alter ego para que eventualmente Visión vuelva al UCM, sino porque representa el triunfo de la parte más humana de Visión, la parte que Wanda recordó y materializó: una inteligencia capaz de procesar el absurdo y la paradoja que se impone sobre una inteligencia algorítmica. Es en ese momento, cómico incluso (y el humor es otra característica humana), que entendemos, junto con él, que se ha vuelto algo más que un mero recuerdo de Wanda, que ha ganado su realidad, su existencia, su humanidad.

 

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Convertir una metáfora en un elemento literal y tangible es quizá el mejor hechizo de todos los que poseen las narraciones. Si algo nos gusta del UCM es esa voluntad de simplificar y clarificar toda la pretensión y condescendencia que suelen tener los cómics y sus lectores, porque no hace falta abordar estos temas complejos de forma tan complicada. El cierre de la serie, y con este la relación entre Wanda y Visión, es satisfactorio por eso. Después, lo de siempre: cliffhangers y escenas postcréditos para garantizar los dividendos y la continuidad, para tener al fandom más obsesivo elaborando nuevas hipótesis y disparates.

Es un poco decepcionante que, a pesar de cerrar los arcos de ambos personajes, que es el corazón de la serie, muchos fans hayan quedado inconformes porque sus expectativas no se cumplieron. Es como si los frikis no pudieran lidiar con la idea de la muerte o la pérdida, como si fueran niños que sólo desean el restablecimiento de sus objetos de consumo para continuar con sus especulaciones y sus nerdgasmos; como si la propia Wanda, atrincherada en su realidad interna, fuera también una alegoría de la incapacidad de estos fanáticos para superar el viejo tropo: “El status quo es Dios”, “si no está roto no lo arregles”. En la segunda parte de este ensayo también abordaremos esa necesidad absurda del final feliz; esa incapacidad de algunos para lidiar con el duelo de un cierre distinto al esperado.

Por todo lo anterior, celebramos que la miniserie se haya dedicado a los personajes y no a las teorías. En el séptimo episodio, por ejemplo, Darcy le dice a Visión que independientemente de si él es real o no, el amor que comparte con Wanda sí lo es.

Fotograma de WandaVision.Imagen: fotograma de WandaVision. (c) Marvel Latinoamérica Oficial

A lo largo de la serie, se nos recuerda también que el deseo de Visión por entender y consolar a Wanda, la ayudó a enfrentar el duelo. “No todo es siempre tristeza”, le dice, “yo siempre he estado solo, no he sufrido pérdidas y es lo que conozco… ¿Pero no es acaso el dolor un amor que persevera?”. Al perder a Visión, no hubo quién trajera a Wanda de vuelta de la oscuridad, pero esta noción del duelo como expresión del amor fue la que finalmente permitió a Wanda confrontarse y resolverlo. Y eso, nos parece, es un mensaje hermoso en sí mismo.

Llegado el momento de desvanecer su ilusión, Wanda ya no teme perder también a su nueva familia a pesar de que, a diferencia de Westview, Visión, Billy y Tommy han llegado a ser reales. Durante la despedida, Wanda responde finalmente lo que Visión se ha preguntado durante toda la serie, ¿Qué es él, qué ha sido?: una voz sin un cuerpo, un cuerpo animado y un recuerdo. Tres formas de existencia que a pesar de no ser humanas han logrado no sólo la conciencia o la empatía, sino también una conexión.

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WandaVision, a su modo, es también una reflexión acerca de la muerte de la televisión como la conocimos, para dar paso a una postelevisión en la que ya no se sostiene el diseño de los argumentos, los personajes y las problemáticas que presentaban las sitcoms del pasado. Pero de eso hablamos en la segunda parte de este ensayo publicado en la revista Mil Mesetas.

To be continued…

R. T. G.

 

Autor invitado:
Eloy Caloca Lafont (1987). Profesor e investigador en filosofía de la tecnología, cultura digital y entretenimiento. Lector compulsivo y conversador. Autor de Ocio y civilización (2013).

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Sobre el autor /

escritor | melómano | locutor | teórico de la industria del ocio | editor @espejohumeanter | columnista @melomano.media | autor de Cuentos de bajo presupuesto y Rabia | ikari

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