«La verdadera patria del hombre es la infancia» Rainer María Rilke

La palabra infancia proviene en su etimología del latín “infantia”, “in”, como negación, y “for” hablar, significando por lo tanto, “quien no sabe hablar”.

¿Por cuánto tiempo en la historia de la humanidad, los niños no tuvieron voz?

¿La tienen ahora?

Bienvenidas a Día Luna, una columna escrita para madres que, como yo, renacieron cuando dieron a luz a sus hijos.

 

Adultos

Los adultos abrazamos con toda nuestra fuerza la idea de que sabemos qué hacer y cómo hacerlo, nos aferramos con uñas y dientes al valor de nuestra experiencia, al conocimiento acumulado, a nuestra inteligencia cultivada con los años. La consigna oculta es que un niño es un ser incompleto y que algún día llegará a «ser alguien».

En nuestra relación con los niños (nuestros hijos o alumnos) declaramos una subordinación disfrazada de protección; te alimento, te cuido, te proveo, te enseño y por lo tanto tú haces lo que yo digo. Ocultamos nuestros periodos de poca lucidez, de falta de inspiración, de agotamiento físico o emocional, los alejamos de la autonomía sin advertirles que nosotros muchas veces no sabemos si es correcto o no el camino que hemos elegido.

Los adultos romantizamos nuestro quehacer con los niños, creemos que nuestros esfuerzos deben encaminarse hacia la felicidad del niño, los guiamos, les damos «todo»; somos soberbios. La infancia feliz no existe, así como no existe la felicidad perenne para ningún humano; los niños pueden mirar la realidad, sufrir en ella, encolerizarse, frustrarse y aprender de esas experiencias, no hay nada de malo en ello. Cambiar «guiar» por acompañar.

 

Infancia

“Nadie pudo prever que el niño encerrase en sí mismo un secreto vital, capaz de arrancar el velo sobre los misterios del alma humana, una incógnita necesaria al individuo adulto para la resolución de sus problemas individuales y sociales. Este moderno punto de vista puede fundar una nueva ciencia investigadora sobre el niño, y su importancia puede influir en toda la vida social de los hombres”. María Montessori

Los niños pasan muy pronto por esa etapa, la infancia: les solicitamos admirar y replicar las cualidades del adulto, les pedimos caminar pronto, hablar pronto, leer pronto, destacar, liderar, conquistar… Miramos como exitosos a los niños que consiguen tempranamente los privilegios del adulto.

A los niños, en la época prehispánica, en específico en la capital mexica, México-Tenochtitlan, se les consideraba un regalo divino, y eran incluso más valiosos que los bienes y objetos materiales de mayor valor comercial. Se decía que habían sido formados en el más alto de los cielos en el treceavo cielolhuícatl-Omeyocán, el “lugar de nuestro origen”, en el que se encuentra el árbol con senos, nodriza que amamantaba a los seres antes de nacer.

Nos acordamos quizá de la lluvia, pero no sabemos lo que eso significa; nunca más estuvo la vida tan llena de encuentros, de volverse a ver, de seguir avanzando. Rilke

Ellos tienen la habilidad de desafiar al tiempo, lo alargan y lo deforman de maneras insospechadas, crean ritmos en el juego que pueden incluir siglos enteros.

Los niños pueden desafiar las distancias, navegando imaginariamente por mundos que crean y borran sin construcciones fijas, sin castillos escriturados, sin propiedad privada.

Los niños son emocionales, son temperamentales, a veces tienen claro lo que quieren y siempre saben lo que no quieren.

La felicidad de un niño es difícil de manipular, nace fortuitamente dentro de su ser, lo que hoy es dicha mañana puede no serlo. Lo único que nos queda a los adultos es no darles infelicidad, evitarles el maltrato a toda costa; en materia de alegría, ellos son los emperadores.

Podemos construirnos de manera paralela.

Crecer con ellos, aprender juntos, maravillarnos mutuamente de nuestra belleza externa e interna, sorprendernos y reconocernos en nuestros éxitos, ser humildes cuando erramos, saber disculparnos.

Brindar abrazo cálido, si nosotros los padres sabemos mucho de abrazos y ellos saben aún mas.

Escucharnos, evaluar nuestras opiniones para incluirlas en las decisiones, no cortarnos las alas.

La inversión parental es un ejercicio naturalmente brindado por los padres y las madres, pero el crecimiento es una experiencia simultanea y sin jerarquías entre niños y adultos.

 

 

 

 

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1 comentario

  • Flora Pasquet, música para el alma - MELÓMANO
    4 años ago Reply

    […] soul, a bossa , a música del mundo y pop. Bienvenidos a esta pequeña entrevista,  con un toque de Día Luna para disfrutar de las notas musicales que emanan de su vida maternal y otro poco de lo que Flora […]

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