La naturaleza tiene un lenguaje completamente bello para contarnos un misterio: somos continuo cambio y transformación. Nos lo dice a través de sus estaciones, que viven pacientemente entre transformaciones; cada una nos habla con sus colores, con su manera tan especial de mezclar los elementos. El verano tiene más agua que el invierno, la primavera más semillas viajando a través del viento, en el otoño las hojas caen lento y los árboles sueltan sus frutos para que cada uno vuelva a iniciar ese ciclo de madurar en silencio. El sol y su intensidad cambian, el viento tiene una variación de fuerza y la tierra va sonriendo a esos cambios y abriendo su corazón con paciencia a lo que sucede en el acto. Sin esperar, sin expectativas, solo abierta y receptiva como una madre fértil capaz de escuchar, como la matriz que está continuamente engendrando vida en su andar. La tierra se entrega a ese cambio de vida, muerte y renacimiento.

También nos anuncia que somos ciclos, lo hace a través de ese satélite que es el quinto más grande de todo el sistema solar: la luna y sus fases. Ella sí que nos habla de la oscuridad y la luz, de girar y reflejar. La luna es capaz de manifestar toda claridad, para después volverse a vaciar. Nos enseña que cada ciclo es un cambio, que a veces estamos conectados con el interior y otras tantas con la superficie. En algunos momentos estamos creciendo y en otros menguando.

En estos tiempos en los que toda la humanidad está observando lentamente sus continuas metamorfosis, podemos atender y entender que casi nada es permanente, que todo continúa girando, que hay días en los que mis emociones me mantienen flotando y otros en los que mi mente me lleva a senderos confusos y vagos. Pero incluso esos días también cambian y me dejan mensajes que descifro lentamente, y me doy cuenta de que esos “días malos” en realidad son bálsamos que me están curando. Eso me demuestra que la única parte de este acertijo que nunca cambia, es eso que me conecta con todo el universo: el amor. La única constante en esta perenne transformación.

 

 

Y así con todo lo que soy, con las emociones amargas y dulces, con todos mis sabores, con todos mis demonios y también mis grandes luces, me abrazo, me acepto y continúo danzando en esa espiral, así como lo hace mi ADN, así como mis células en cada paso. Y recuerdo que me envuelve un núcleo, un espacio, algo eterno, y que todo adentro de mí reacciona, que tiene una transformación directamente proporcional a mi emoción. Nada dura para siempre y al mismo tiempo somos eternos.

Heráclito dijo: “No nos bañamos dos veces en las aguas de un mismo río, ni siquiera una vez”.

Este segundo no se volverá a repetir, ni siquiera lo que acabas de vivir. Será diferente, todo será diferente, el ambiente, tus emociones, las sensaciones, tú y lo que te rodea cambia en cada respiración. ¿Cómo estás viviendo estos momentos del presente? Puedes elegir disfrutar este cambio y crecer con él o resistirte, tener miedo y querer correr.

 

 

Cualquier decisión te lleva a una conclusión, porque ya sabemos que a toda acción corresponde una reacción. Puedes observarte, abrir el ojo del entrecejo y mirar la realidad sin el velo, atender lo que piensas en cada momento, y sentir las reacciones en todo tu cuerpo. La energía se manifiesta siempre desde adentro; si fluyes, se libera y se mantiene ligera; si resistes, se aprieta y la incomodidad se genera. Únicamente observa, esa es la maestría que te ofrece la vida, una oportunidad de trascendencia día a día. Así como la naturaleza, como el cosmos y la materia, tú y yo somos parte de esa conciencia.

 

Inhalo esta vida y suelto esta guerra
Suelto el dinero, el miedo, el quejar
Suelto el piquete, mi orgullo, el juzgar
Suelto el compararme, la presión el suponer
Suelto el futuro, el mañana y el ayer
Suelto la perfección y suelto la identidad
Yo suelto mis programas de enfermedad
Suelto expectativas para poder flotar
Yo suelto el apego para poder volar 

Suelto el gritar, el mentir, el enojar
Suelto controlar, el autocriticar
Suelto el ignorar este manifestar,

robándole a mi esencia el impulso de crear

Suelto tomar las cosas personales
Suelto mi ego, todas mis dualidades
Suelto la justificación, tener la razón
Suelto la respuesta, la sobreanalización
Suelto limitar, reprimirme el deseo
Suelto el no ver las raíces de donde vengo
Suelto la purga, el tiempo, el volante
Suelto a la muerte el llegar a cualquier instante
Suelto competir, la vida no es una carrera
Suelto los conflictos de fronteras y banderas
Suelto mi perspectiva del éxito, cada ser sirve, tiene un propósito

Lengualerta, Jerónimo González

 

Soy una espiral que continuamente se mueve y reacciona. Soy una soñadora que transmuta emociones. Somos una humanidad que transforma la realidad.

Con todo mi amor.

Lucrecia Astronauta -Mujer Semilla-

 

 

 

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1 comentario

  • Lluvia
    4 años ago Reply

    Excelente !! Gracias por compartir , por ayudarnos a entender este sube y baja de emociones

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