No hace mucho tiempo, para la mayoría, el gusto por la música implicaba que el aficionado de esta manifestación imprimiera un esfuerzo físico para alcanzar su objetivo, yendo a un lugar específico de la casa, desplazándose al lugar de un concierto o simplemente generando los recursos para comprar música. Por otro lado, ocurría un proceso similar en los músicos compositores y ejecutantes, los cuales tenían que acudir a los centros de trabajo o estudio.

Es cierto que esta realidad dista mucho de extinguirse a mediano plazo; sin embargo, vivimos tiempos en los cuales las formas de relacionarnos con la música están cambiando aceleradamente y el ritmo de los avances poco a poco se hace presente en nuestra experiencia cotidiana.

Los saltos tecnológicos que han impactado a la música a lo largo de su historia ven reflejada su ciencia en la ejecución y resultados sonoros, la sofisticación del instrumental, la experiencia de sonido al desarrollarse nuevas fórmulas de la acústica en el diseño de teatros y salas de concierto. Las generaciones de nuestros abuelos, padres y la nuestra han visto cómo la era de la electrónica y la computación cambió para siempre la experiencia musical.

La Inteligencia Artificial (IA), como una rama de las ciencias computacionales, se encarga de estudiar modelos de cómputo cuyo objetivo es realizar actividades propias de los seres humanos con base en un par de principios básicos: el razonamiento y la conducta.  La industria de la música incorpora la IA en tareas cotidianas y procesos simples como el análisis de tus hábitos de consumo, que a largo plazo generan grandes bases de datos que se procesan y sirven de referencia para que los productos futuros puedan tener un impacto cada vez más profundo en la mente y generen un efecto masivo en la sociedad.

Ejemplos de esto los podemos ver con suma facilidad al acceder a los canales típicos de música comercial, los secretos a voces dejan de ser un lado oscuro de la industria para convertirse en ciencia al servicio de la economía. Por otro lado está la investigación del proceso creativo, la composición musical y su faceta artística se ve amenazada por la automatización de la información y la creación sintética de productos musicales que de forma gradual están ganando terreno en actividades anteriormente realizadas por especialistas.

La inteligencia artificial y sus logros con frecuencia son tema de conversación, foco en alguna noticia internacional por su relevancia o aportación; no obstante la conciencia de su presencia en nuestras vidas es algo que aún no incorporamos o simplemente pasa desapercibida su silenciosa y discreta acción en nuestras vidas.

La música como elemento fundamental de nuestra sociedad y cultura es un puente que permite vislumbrar la naturaleza emocional de nuestra mente; ante esta idea, la indiferencia causada por un interés vago o nulo en esta materia, podría generar un fenómeno de mayor complejidad al ver reducido el universo de la mente y el espíritu a simples pero sofisticados y complejos algoritmos rectores de las emociones como reacción a un estímulo musical.

Pasar por alto la “compañía” cotidiana de la inteligencia artificial, podría sorprendernos al sustituir un proceso que hasta por mucho tiempo ha debido su riqueza a la naturaleza, a lo humano.

Sobre el autor /

Compositor, multi instrumentista, académico y docente.

1 comentario

  • Ireri Balám
    4 años ago Reply

    La Inteligencia Artificial como muchas de las tecnologías, puede ser usada como un arma de doble filo, tanto para fines solamente comerciales o para crear ambientes que ayude a descubrir emociones y estimulo de zonas especificas del cerebro etc. Pienso que la intención de quienes crean la combinación de sonidos, es la clave para que esa compañía discreta se convierta en alida de la evolución de la mente humana para formar mejores seres humanos con todo lo que implica.

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